Capítulo 24: "Desmontarme en ti"
La bestia de los mil ojos hincaba sus tentáculos en el
estómago de Fran. Él, mientras tanto, observaba impotente como derramaba sus
tripas por el suelo de mármol del dormitorio.
Había demasiada sangre de color arena oscura. Fran no daba
crédito a lo que estaba sucediendo. La bestia se acercó de un suspiro y miró a
Fran a los ojos a menos de una cuarta, mientras su boca babeaba ácido, su
aliento contaminaba el aire y su odio quebraba los huesos del soñador.
Le susurró algo en una lengua indescifrable y el alma de
Fran dejó de iluminar. De pronto las muñecas de Fran se abrieron por sí solas,
aunque el joven notaba el frío de una cuchilla de metal traspasando sus venas
en vertical.
La pared del fondo de la habitación se derrumbó en un
estallido y una luz ebullente traspasó la estancia.
Fran reconocía una silueta en medio de la fuerte luz. Era
una niña pequeña. Una niña con coletas morenas como la noche y la cara moteada
de pecas. Tenía los ojos azules como el cielo de la esperanza y estaba jugando
con un pequeño oso de peluche mientras sonreía. "¡Alma, sal de aquí!"
gritó Fran a la chiquitilla...
- "¡Despierta pequeño! solo es una pesadilla".
La mano suave de una joven agarraba la mano de Fran.
Despertó empapado en sudor frío y llorando.
La noche anterior Fran se quedó a dormir en el piso de una
vieja amiga de la infancia. Coincidieron en un concierto después de años sin
verse. Tras una marabunta de conversaciones encadenadas con el objetivo de
ponerse al día y aderezadas con varias cervezas, la joven invitó a Fran a
dormir con ella. Fran le advirtió que no es buen compañero de sueños, ya que
sufre de ansiedad e insomnio; pero parece que eso no amedrentó a la chica.
Mientras Fran fue al baño, la joven puso "Giorni
dispari" de Ludovico Einaudi sonando a través de su nuevo Iphone. Ella
sabía que a Fran le ayudaba escuchar a Ludovico para relajarse. Se recogió el
pelo, se ajustó una camiseta de Fran, sin nada más debajo, dejando marcar su
pecho y se encendió un cigarro de liar. Fran la miró con una sonrisa tras la
vuelta del baño. "Parece que me conoces de toda la vida" La chica le pasó el cigarro encendido a Fran.
Mientras inhalaba profundo el resultado de una calada a conciencia, el joven
hace unos segundos angustiado, ahora se preparaba para follar como solo un loco
sabe hacer.
La chica tenía los ojos sombreados de un azul intenso. De
ese azul que te taladra por dentro y te dispara la necesidad imperiosa de
desmontarte en ella. Ella siempre le decía que prefería tener
tierra en los pies y no los pies en la tierra y a Fran eso le encantaba.
Cuando pararon a descansar, Fran se dispuso a compartir su
alma con ella como suele hacer cuando su cerebro se le llena de endorfinas y su
espíritu se aplaca.
- "¿sabes? ... a veces, cuando estoy en esta situación,
siento la necesidad de traspasarme en la persona que tengo al lado. Es como si
quisiera dejar mi cuerpo y vivir por un instante dentro de la chica que tengo
cerca para volver de nuevo en mí, siendo más consciente de todo. No sé si me
explico"
- "No mucho, pero me encanta como me miras cuando lo
dices. Para mí eso es más que suficiente, ¡jejeje! Yo ahora solo quiero que me
rescates de vivir una vida cotidiana y sé que no es justo pedir algo así, pero
es lo que pienso en este instante, aunque soy consciente de que probablemente
no volvamos a coincidir en mucho tiempo. Por cierto, ahora estás sudando tanto
como antes, pero este sudor de ahora es más cálido y me gusta más que el de
hace un rato."
- "¡Jejejeje y a mí, dónde va a parar!"
- "¿Puedes explicarme qué es lo que te pasaba en la
pesadilla?"
- "Pues, es difícil de explicar, pero se siente como si
tuvieras una piedra fría dentro del corazón que te empujara hacia el suelo. De
todas formas, no te preocupes demasiado, cada uno vamos cargando con nuestra
mochila y creo que a la mía ya le voy cogiendo cariño. Buenas noches pequeña y
gracias por todo"
- "Buenas noches lindo, intenta descansar."

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