jueves, 31 de octubre de 2019

Como cuchillas sin amo.

Escucho 300 voces y veo 100000 manos.

Las aparto y me centro en sus ojos. Intento perderme en esa mirada. Busco refugio en trincheras, fugaces como hadas.

13 manos negras me desgarran y me escupen humo. Me arrastran a un pozo que sabe a vómito y a grumo.

Preparo mis rituales chamánicos como druida, mas no le encuentro forma ni sentido a esta vida.

Respiro aún mudo. Hago acopio de todas las herramientas que forjé. Desenvaino la espada, aprieto el escudo.

Miro a la bestia a sus múltiples ojos y no me preocupo, me ocupo.

Vamos, aprieta, cabeza alta, mirada al frente, junta tus miedos en un ramo. Lame las lágrimas que chorrean y úsalas como fuel para lanzarte contra las voces, que se desperdigan como cuchillas sin amo.



miércoles, 15 de mayo de 2019

A mamá hobbit


A mamá hobbit.

Mamá luce un sombrero temporada primavera-verano, con un estilo soberano.

Mamá hobbit concentra en un metro y medio el amor de mil vidas.

Ella, que cada vez que sonríe  se rompen las farolas y crecen rosales, te abraza desde lo más profundo de su existir.

Mamá hobbit corta queso y te trae un platito, acompañado de un puñado de picos, para que no te bebas la cerveza sola. A ella le gusta que acompañes a la rubia burbujeante con algo de comida, y si no tienes hambre... pues te lo comes igual, ¡aunque sea sin pan!

Mamá hobbit tiene dibujado un mapa de carreteras en su barriga. Tres cesáreas y más configuran esas autovías, carreteras secundarias y estaciones de descanso.

Ella, que ríe y llora como ningún otro ser sabe, mueve sus macetas de sitio constantemente. Mamá entra en sintonía con sus plantas, las acurruca, les quita las "hojas feas", las riega, las cambia de tiesto, para que sus raíces respiren. Ella se pelea con sus plantas. Dice que tiene muchas, que generan mucha basura. Pero las quiere igual, como cuando te sale un "niño malo".

Mamá hobbit anda descalza por el huerto, pero a ti te dice que no lo hagas, que te terminarás pinchando.

Ella, que es todo corazón, usa camisetas heredadas de sus hijos. Esas "fresquitas" (gastadas y desechas) para andar por casa.

Mamá hobbit tiene muchos botes de cristal. Botes de conserva reciclados para guardar aceitunas, especias y caldo del puchero.

Mamá hobbit adora el café, aunque no le sienta muy bien. Y, es que ¡los nervios son tan puñeteros! Así que lo prepara mezclando café descafeinado y "café-café" , como ella lo llama, o, café "del bueno".

Mamá no duerme muy bien, pero cuando la ves descansar transmite una paz infinita, como cuando ves dormir a un bebé. A veces, pienso que mamá es una "bebezota" en un cuerpo de viejita. ¡Más linda ella!

Ella, que siempre te espera con los brazos abiertos, se pela cortito, aunque yo le diga que se deje el pelo largo y las canas. Pero es que se está tan fresquita...

Mamá hobbit me dice duende, o caminante, o tunante, o gorrión, como solo ella sabe decirlo.

Y es que mamá hobbit concentra en un metro y medio el amor de mil vidas.



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Delirios del chamán by Jesús López Rodríguez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.