martes, 25 de agosto de 2020

Benzodiaceland

Volé  con el alma rota.

Y no sana, solo se remienda.

Lo suficiente para seguir volando en un cielo de cristales rotos.

Sin queja ni duda, ofreciéndome a lo inevitable.

Rumbo al país de Nunca Jamás.

martes, 30 de junio de 2020

Tabiques y puntales.

A veces, a ciegas y en la oscuridad, se ve todo más claro.

Y no quiero, no me quiero ir con el pellejo nuevo. Este cabrón lo tengo que gastar y apurar bien.
No quiero morir sin cicatrices.
Pero...

Ufffffff...
El apretón del pecho busca un punto de fuga, a menudo por la boca.
Ufffffff...

Ya! Ya está bien por ahora. Respira.
Ufffffff...
Solo que no. No está bien por ahora. Se mantiene en sus trece, como colilla que se niega a hundirse por el retrete y resurge después de tirar de la cadena.

Sigo, presa de mis vicios, al igual que aquel anciano, que lleva un pañuelo de tela delicadamente doblado en el bolsillo de su camisa. Café, copa de coñac, cigarro en mano y vaso agua.



Apestando a malas decisiones.
Buscando algo o alguien que me apuntale.

Aiiiinnns, esos tabiques y puntales...como cuando recuerdo el olor de los eucaliptos en Ceuta. La mujer dormida, el Ombligo del dragón, o la niebla de los Merodeadores.

Solo quiero vivir Aquí por un segundo.Dejar de estar desecho, viviendo en la oscuridad.
Aunque, dicen, que a veces, a ciegas y en la oscuridad, se ve todo más claro.





lunes, 27 de abril de 2020


Relatos desde el Santuario.

Parte 1: "Cuéntame algo bonito"

Susurros en la oscuridad parecen dar paso a un:

"cuéntame algo bonito"

Una bella forma de solicitar un paréntesis para el alma.
No quieres explicar qué te ocurre, solo quieres sentir o imaginar algo distinto.

"Cuéntame, Cuéntame algo bonito"

- La estrellas se hinchan en el cielo cada vez que te ven. Compiten por acercarse a la Tierra, con una vaga esperanza de poder contemplarte de cerca. El mar, ya en calma refleja la luz de una luna que hace de espejo de un sol ya dormido.
Allí a lo lejos, en el agua, los delfines transportan almas ancianas milenarias que custodian el océano. Estas almas viejitas, te protegen desde todos los puntos del mundo. Les hablan a las estrellas y árboles para que dancen contigo en tu pasear.
La copa de los árboles te dicen bajito al oído que respires con ellos, que todo va a salir bien, que todos somos uno y ese sufrir es solo parte de un entramado de ramas, que están a punto de soltarse. Soltarse, soltar, dejar la carga, liberarte de una mochila llena de cadenas.
Soltar, respirar hondo, conectar con una luz interna preciosísima. Luz que se expande desde tu interior hacia el resto de la habitación. Luz que invade la casa, sale por las ventanas y coloniza todo alrededor. La luz viaja hasta el mar, acompaña a los delfines que llevan las almas viejitas. La luz se ensancha por el aire y abraza a las estrellas y a los árboles que solo querían verte. Y ahora, ahora son parte de ti, y tú de ellas.-

"y tú, ¿me cuentas algo bonito?"



domingo, 26 de enero de 2020

Maestro del marketing avanzado.


El lagrimeo interno de esta tristeza empalagosa se vuelve rebelde. No soporta un "te quiero". Odia una caricia amable. Él, en su eterna avaricia, permanece constante como la cadencia del segundero de un reloj.

El lagrimeo interno te habla con tu propia voz. El hijo de puta es un maestro del marketing avanzado. Se conoce todas las estratagemas para anclarte a la locura. Susurra, grita, te abraza y te rasga el alma sin piedad. Pareciera que no se da cuenta que si yo no existo, él tampoco.

Las voces se tambalean, el viento de adentro lo remueve y lo lleva a cada rincón de tu pulso vital.

La voces llaman a tu puerta con un maletín de ideas sin sentido. Tú crees conocerlas y presumes que podrás combatirlas, pero el vendedor es experto. Él nace de lo peor de ti. Pelear contra él es como escupir hacia arriba. Al final te cae encima.

El vaivén de las turbulencias me zamarrean desde dentro; me pliegan por la mitad, con la misma facilidad con la que se doblan un par de calcetines.

¡Ay, benditas perlitas del día!. ¿dónde coño os habéis metido? venga, floreced un poco, no cuesta tanto, y a mí me dais "corazoncitos de vida".

 El elefante rosa gigante de la habitación oscura no puede ganar siempre, y yo... yo ya estoy cansado. Venga perlitas, asomar por la ventana. Abrid un boquete en el hormigón armado de la habitación para que se cuele algún rayito de luz. Venga perlitas, no dejadme solo. Que ya me he hecho chiquito y me saturé de jugar a ser grande.



jueves, 31 de octubre de 2019

Como cuchillas sin amo.

Escucho 300 voces y veo 100000 manos.

Las aparto y me centro en sus ojos. Intento perderme en esa mirada. Busco refugio en trincheras, fugaces como hadas.

13 manos negras me desgarran y me escupen humo. Me arrastran a un pozo que sabe a vómito y a grumo.

Preparo mis rituales chamánicos como druida, mas no le encuentro forma ni sentido a esta vida.

Respiro aún mudo. Hago acopio de todas las herramientas que forjé. Desenvaino la espada, aprieto el escudo.

Miro a la bestia a sus múltiples ojos y no me preocupo, me ocupo.

Vamos, aprieta, cabeza alta, mirada al frente, junta tus miedos en un ramo. Lame las lágrimas que chorrean y úsalas como fuel para lanzarte contra las voces, que se desperdigan como cuchillas sin amo.



miércoles, 15 de mayo de 2019

A mamá hobbit


A mamá hobbit.

Mamá luce un sombrero temporada primavera-verano, con un estilo soberano.

Mamá hobbit concentra en un metro y medio el amor de mil vidas.

Ella, que cada vez que sonríe  se rompen las farolas y crecen rosales, te abraza desde lo más profundo de su existir.

Mamá hobbit corta queso y te trae un platito, acompañado de un puñado de picos, para que no te bebas la cerveza sola. A ella le gusta que acompañes a la rubia burbujeante con algo de comida, y si no tienes hambre... pues te lo comes igual, ¡aunque sea sin pan!

Mamá hobbit tiene dibujado un mapa de carreteras en su barriga. Tres cesáreas y más configuran esas autovías, carreteras secundarias y estaciones de descanso.

Ella, que ríe y llora como ningún otro ser sabe, mueve sus macetas de sitio constantemente. Mamá entra en sintonía con sus plantas, las acurruca, les quita las "hojas feas", las riega, las cambia de tiesto, para que sus raíces respiren. Ella se pelea con sus plantas. Dice que tiene muchas, que generan mucha basura. Pero las quiere igual, como cuando te sale un "niño malo".

Mamá hobbit anda descalza por el huerto, pero a ti te dice que no lo hagas, que te terminarás pinchando.

Ella, que es todo corazón, usa camisetas heredadas de sus hijos. Esas "fresquitas" (gastadas y desechas) para andar por casa.

Mamá hobbit tiene muchos botes de cristal. Botes de conserva reciclados para guardar aceitunas, especias y caldo del puchero.

Mamá hobbit adora el café, aunque no le sienta muy bien. Y, es que ¡los nervios son tan puñeteros! Así que lo prepara mezclando café descafeinado y "café-café" , como ella lo llama, o, café "del bueno".

Mamá no duerme muy bien, pero cuando la ves descansar transmite una paz infinita, como cuando ves dormir a un bebé. A veces, pienso que mamá es una "bebezota" en un cuerpo de viejita. ¡Más linda ella!

Ella, que siempre te espera con los brazos abiertos, se pela cortito, aunque yo le diga que se deje el pelo largo y las canas. Pero es que se está tan fresquita...

Mamá hobbit me dice duende, o caminante, o tunante, o gorrión, como solo ella sabe decirlo.

Y es que mamá hobbit concentra en un metro y medio el amor de mil vidas.



Licencia de Creative Commons
Delirios del chamán by Jesús López Rodríguez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.



viernes, 28 de diciembre de 2018


Reciclado.

Lleva una camiseta de Nirvana desgastada por los años, una camiseta que no es suya sino mía. Siempre les quedan mejor mis camisetas a ellas que a mí.

La camiseta la adquirí en una tienda, que ya no existe, cuando apenas tenía 15 años. Tenía la ilusión de un niño el día de reyes. Ilusión que a veces me aflora ahora con casi 20 años más, tantos que ya empiezan a aflorar arrugas, achaques, falta de pelo donde debería y exceso donde no. Pero ahora no soy yo el importante, ahora es ella. Ella, que lleva mi camiseta desgastada con las costuras cedidas por un sin fin de conciertos encima.

La atmósfera del salón se enturbia con el humo de un vaper de esos que están de moda. Un vaper que proyecta aroma de café y caramelo. Un vaper que me recuerda lo patético que soy al autoengañarme de que dejaré de fumar.

Por los altavoces de un viejo equipo de música reciclado suena un cover de "I've got you under my skin" de Frank Sinatra. Sí, a veces me da por escuchar ese rollo melancólico que me hace empatizar conmigo mismo, si es que eso tiene sentido alguno. Ambos bebemos  Roibos con limón y canela en un vaso gigante que otrora era un frasco de miel.

Pero ni la música, ni el vapor de café y caramelo, ni el Roibos importa, ahora solo importa ella.
Ella, que lleva mi camiseta de Nirvana, sin nada más debajo. No existe cosa más linda para el viejo soñador que ella en este momento, una perfecta desconocida sin ropa interior con mi camiseta. Ella, que se recoge el pelo con un bolígrafo, que antes fue herramienta de frustraciones en periodos de oposiciones docentes.

Parece que en esta escena todo es reciclado, el viejo equipo de música de los ochenta, puenteado a mi portátil con un cable rca a minijack, el vaso-tarro de miel, el bolígrafo-orquilla de pelo, la canción de Frank Sinatra y mi ilusión por ser un niño que juega a ser adulto.

Pero, como decía, nada de eso importa, ahora solo importa ella. Ella que se empeña en conocerse-me. Ella, que en realidad no existe. Ella que no se sombrea los ojos de negro, ni se pinta los labios de rojo, ni puede salvar a nadie, ni grita para hacerse eterna.




Licencia de Creative Commons
Delirios del chamán by Jesús López Rodríguez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.