jueves, 20 de agosto de 2015

Capítulo 9: "La habitación"

No hay nadie más en la casa, solo ella y tú, pero sin embargo habláis bajito. Incluso cuando salís a la calle seguís hablando bajito por unos segundos. Hasta que ella te dice "ya podemos hablar normal" y reís como cuando pequeños.

Es como si quisierais acariciar con todo vuestro ser. Con tanto, que hasta necesitáis acariciar también con las palabras. Un "¿cómo estás chica?" después de hacer el amor, no suena igual si no se susurra. Has de acariciar el alma con las palabras.

Dicen que las palabras crean realidades al ser pronunciadas. Y la realidad que quieres hacer patente en ese momento es una caricia al corazón.

"Guaaaauu... no quiero que este momento se acabe nunca." Susurra Ana al oído de Raúl. Ana lo abraza por debajo de las costillas y lo aprieta fuerte.

El ecosistema de la habitación está formado por la cama de la compañera de piso de Ana. Una botella de vino a medias, tres velas, un barrita de incienso ya acabada, un espejo sobre una vieja cómoda y un póster de la película El club de la lucha. La habitación huele al amor derrochado durante toda una noche. Una noche de sexo, caricias, charlas al oído, risas, masajes, besos y abrazos. Sobre todo besos y abrazos.

La compañera de piso de Ana estaba de viaje. Cuando Raúl y Ana subieron al piso, Ana decidió utilizar la habitación de su amiga, ya que tiene una cama de 1,60 del Ikea. La cama de Ana es individual. Tampoco le importaría mucho a su compañera. Igual ni se lo cuenta.
Tras una noche y parte de la mañana, la habitación se convierte en el mundo de ambos. No necesitan más nada de allí afuera. De hecho, ansían que no exista nada más. Solo ellos dos y la habitación. Bueno, ellos dos, la habitación, las señales de los mordiscos de Ana en el trapecio de Raúl y el sudor en las sabanas.

Tan solo una pequeña pausa para ir al servicio y traer algo de agua y a seguir viendo el amanecer abrazados, por si al levantarse todo se acaba. Al fin y al cabo son nada más que amigos. Igual después hay una charla de las de "...en verdad no ha sido buena idea.." , "...no quiero que nuestra amistad se vea afectada..." o "...ha sido increíblemente mágico, pero no quiero que los sentimientos empiecen a estropearlo todo...". Por ende abrazan ese momento sin plantearse mucho más. Lo de después ya llegará si cabe.

La tarde anterior Raúl acudió a la casa de Ana. Ana Había preparado una cena de viernes aprovechando que tenía el piso para ella sola. Invitó a algunos amigos, entre ellos a Raúl y Fran. Fran no acudió. Su escusa fue que estaba en la cama demasiado relajado por los calmantes. Según planteaba, se tomó un par de Diazepam de 5 mg porque tenía una fuerte contractura en la espalda fruto de su entrenamiento. Aunque sus amigos sabían que probablemente no serían dos píldoras de 5 mg, más bien dos de 10 mg y un vaso de whisky con objeto de apaliar su ansiedad esporádica y no como remedio a un problema muscular. De igual forma respetaron su momento y no insistieron en que fuera a la fiesta. Durante el fin de semana Ana sabía que le tocaba visitar a Fran y sacarlo de la cama. Pero esta noche era demasiado tarde. Si Fran usaba la escusa de la contractura, significaba que los calmantes ya habían hecho efecto. Ya debía estar en la cama drogado, escuchando a Ludovico mientras meditaba y se quedaba dormido por doce horas.

Después de la cena, Ana ofreció a sus invitados un postre con nata y fresas. A Raúl, le puso una fresa de más. Parecía que el postre auguraba algo más. El postre ya decía: para ti Raúl  te pongo una fresa más, por algo será.

Tras una sobremesa distendida con charlas metafisico-sociales, el grupo se dispuso a quemar la noche sevillana. El aroma a azahar atesoraba el ambiente. Los bares de la alameda ofrecieron un paradigma ideal para beber, reír y sentir.

A la salida de uno de los barecillos preferidos por Ana, Raúl le cogió la mano como solía hacer con todas sus amigas a modo de caballerosidad. Pero en ese momento Raúl percibió algo distinto. Una leve caricia entre sus dedos emergía de Ana. Esa caricia decía más que toda la enciclopedia británica.

A la entrada del siguiente bar, no se pudo aguantar más. Abrazó a Ana por la cintura y la besó. Sus labios se saludaban en señal de consentimiento mutuo. Parecía que una olla en ebullición empezaba a calmar sus aguas. Las burbujitas dejaron de crepitar, el agua ya en calma, el vapor ya en el techo. Por fin me quitaron la tapa y apagaron el fuego.

El beso se extendió por más de 5 minutos. Hacía tiempo que Ana no besaba tanto rato, ni con tantas ganas. Una pequeña pausa. se miran a los ojos, se ríen. Esto no puede ser, piensan. Pero es. Y es bien rico.

El beso dio paso al resguardo en el hogar de Ana. A una noche y una mañana en una habitación prestada sin saberlo. A una habitación que sostiene a dos almas que se abrazan al amanecer. A dos almas desnudas que se miran en el espejo de la vieja cómoda. Y que piensan "Pues no quedamos nada mal juntos".

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miércoles, 12 de agosto de 2015

Capítulo 8: "Ana"

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.

Ana consigue congelar el tiempo cuando anda.
Ana aromatiza la sala allá donde va. No suele  usar perfume, pero su pelo huele a coco. Su risa inciensa a gominolas, de esas de cuando pequeño. ¿Te acuerdas cuando comprabas 20 duros de gomitas en el quiosco y olías la bolsa nada más cazarla del quiosquero? Así huele Ana.
Así exhala su boca, su cuello. Hasta su mirada huele a chucherías.
Ana no suda, segrega felicidad, porque tiene demasiada acumulada y por algún lado tiene que rebosar.
Cuando sale de fiesta, Ana es una tormenta en la noche.La mirada de Ana es un huracán que te taladra desde el pecho hasta detrás de los riñones.
Ana es medio litro de Nestea con hielo y una rodaja de limón en una mañana de resaca. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.

Ana es el estribillo de tu canción.
Ana es el armónico de tu guitarra ESP Alexi Laiho signature recién afinada, que hace que tiemble el puente, que se doble el mástil, para sacarte esa energía desde dentro.
Ana es el plato preferido de tu batería. Más aún, es el sustain de ese plato, un crash-ride de 18 pulgadas, que se mantiene en el tiempo con ese sonido cálido y abrazable y escuchado en "slow motion"; y que puedes sentir como se deforma gracilmente para después volver a su estado normal.
Ana es una gota en un estanque sereno.
Ana es el cogollo central de la planta que llevas 7 meses mimando.
Ana es el primer sorbo de café a la mañana.
Ana es un mate con agua a 80º, justo antes de que hierva, con yerba humedecida con un poco de agua natural.
Ana es la última calada que respiras profundo antes de acostarte. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos. 

Ana tiene una melena azabache que danza a su paso.
Ana Tiene una cicatriz en su hipnótico labio superior, fruto de una pelea en el instituto, que luce con sarcasmo y orgullo. Muy lejos de acomplejarla, adorna su marca con estilo y personalidad. Ana siempre dice "Muestra tus muñones, son parte de ti. No los escondas para encajar mejor, haz que el mundo encaje con ellos. Tus marcas son bonitas. Los jarrones chinos se restauran con oro y plata para realzar sus roturas, en vez de esconderlas, son dignas de superación. Hay que mostrarlas con orgullo"
Ana se pinta los labios de rojo. Se sombrea los ojos de negro.
Ana se encaja un vestido sueltecito. Un vestido negro con escote, sin mangas, que la abraza hasta una cuarta por encima de las rodillas.
La columna de Ana está tatuada con una enredadera que le asoma por el cuello.
Ana esgrime pulseras hechas con semillas. Adornan sus muñecas y tobillos y "repampanean" en su caminar.
Ana tiene unos huequitos en sus caderas que hace temblar a todo aquel que se arriesgue a mirarlos.
Ana es de libido sensible. No es una golfa, solo sabe lo que quiere y como lo quiere y no se acompleja por el que dirán.
 
Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.

Ana es el atardecer en las playas de Conil.
Es el primer buche de una cerveza helada después de 4 horas paleando al lado de una hormigonera bajo un sol torturador.
Ana te regala una hermosa sonrisa. Te contagia. tú sonríes, y cuando tú sonríes el mundo sonríe contigo.
Ana te coge del brazo y te saca de esa pelea que sabe que está a punto de suceder. Y después te golpea ella. Pero su tortazo te abriga y enseña más que los cuatro botellazos que te acaba de ahorrar de un mastuerzo borracho. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos. 

Ana sabe escuchar. Nadie sabe escuchar como ella. Cuando tú estás mal, buscas a Ana. Ella te dice "Imagínate con 90 años al lado de tu chimenea, sereno, echando la vista atrás y te ves ahora con 30 dándole vueltas a la cabeza por nimiedades ¿cómo te sentirías?"
Ana es la calma que necesitas cuando tu alma se desestabiliza. Es el empujón que necesitas cuando te paras. El frescor cuando sudas, el abrigo cuando tiemblas.
Ana te da un abrazo de los de verdad cuando lo necesitas y no duda en solicitarte uno si es ella la atormentada.
Ana es ese sentir que nos hace lagrimear como una niña. Ese sentir que nos saca una carcajada que nos parte los riñones. Ese sentir que nos hincha como un pez globo.
Esa es Ana. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.


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miércoles, 5 de agosto de 2015

Capítulo 7: "La fiesta"


- ¿Y si nada más llegar la gente, lo primero que ve es un maravilloso árbol que da litros de cerveza fresquitos?
- Ostía! eso sería brutal!. Pero veo un problema Raúl.
-Dispara.
- ¿Cómo ponemos los litros colgados del árbol para que parezca que el árbol los da cual manzanas?
- Colgados con cuerdecitas.
- Ya, pero pesan mucho. Pueden tronchar las ramitas.
- Jummmm. Cierto... Ya está!, va a ser un árbol de botellines fresquitos.
- Eso sí. Qué maravilla!
- Sí, hay que enfriarlos bien y poner unos cuantos para recibir a la gente. Llegan pillan el suyo y a beber.

Raúl cumpliría 30 el próximo Viernes. Y la quería liar bien grande. Organizar algo que todos recordaran. Que se clavara en los sueños de todos. Que esos 30 años se inmortalicen como los lanzazos de los espartanos. Que se parta el tiempo y el espacio y solo quepa respirar felicitina a garrafas.

Si de por sí, Raúl tiene la capacidad de convertir en leyenda cualquier reunión casual, sus fiestas eran apoteósicas. Se le ocurrían cosas relocas y mágicas que solo una mente, fruto de la combinación de un niño sueñerino con la de un esquizofrénico harto de LSD, puede maquinar.

Sus fiestas normalmente se realizaba en la residencia de sus padres, que todos conocían como "La parcela". Un lugar que invitaba a recordar paisajes del bosque de Lothlórien de "El señor de los anillos". Nada malo podía ocurrir en ese lugar. Árboles frutales, césped, enredaderas por los muros, infinidad de rosales y macetas y por supuesto alguna que otra planta de marihuana de la cosecha de Abril. Una pajarera de madera con asientos "chill out" para relajarse. Bancos de madera cuyo interior sirven de toalleros. Un juego de altavoces tamaño ve-preparando-los-oídos-y-el-retumbar-en-el-pecho. Un pequeño huerto con tomates y lechugas. Una piscina con focos y una escalera curva donde Raúl había enamorado a más de una. Un cobertizo con un techo forrado de tejas de color rojo sangre, donde Raúl solía subir de noche como los gatos, a observar las estrellas y fumar. Estos eran los trocitos de felicidad que componían el entorno de las fiestas, entre otros rinconcitos únicos que daban encanto a la residencia.

Raúl mandaba invitaciones ingeniosas en papel envejecido con café, con los bordes quemados, por correo ordinario a cada participante. Las sellaba con cera roja caliente. Incluía una imagen abstracta de una mujer alcanzando la luna, o la de una gota de agua sobre el cristal de una jarra de cerveza. Preparaba un "setlist" de música que él mismo categorizaba como "música de buen-rollismo" (normalmente Reggae, Ragga, Metal melódico y Funk). Colocaba monitores por los muros para visualizar los videoclips. Sembraba la entrada a la fiesta con antorchas encendidas. Apuntalaba carteles con mensajes de ensueño y fantasía, del estilo : "Tierra a la vista, el tesoro está cerca" o "Del devenir de los sentidos y el quehacer de la esquina inferior izquierda del interior del muslo de tu dama"

El tan apreciado día por todos los amigos de Raúl llegó. La triada Raúl, Fran y Ana llegaron 3 horas antes para preparar el escenario. Sobre las 23:00 empezaron a llegar el resto de los invitados, 23 en total.

Nada más llegar, La parcela te recibe con el olor a la dama de noche que se encuentra en la entrada. La fragancia augura maravillas en la oscuridad. El camino se ilumina por el bambaleo de las antorchas; el fuego te recuerda a lo más visceral de la tierra. Conforme avanzas el retumbar de los subgraves te hace palpitar al ritmo de Skindred. Suena Nobody: "..music we make to make the crowd jump up..." la noche se pone interesante. Al fondo dos focos en la arena llaman la atención. Apuntan hacia lo que parece ser un naranjo, pero....pero...no tiene naranjas, sino botellines de cerveza colgados listos para beber. "Este Raúl, puto loco" piensas sin parar con una sonrisa que te da la vuelta y se abrocha en la nuca. La piscina resplandece en la noche, el alcohol va y viene. Las niñas se han puesto sus mejores galas, se han pintado con ese estilo hippie-alternativo-arreglado que enamora a Raúl. Los chicos danzan con vaqueros desgastados con cadenas sustentadas en el cinturón y un halo de humo a su alrededor.

Esa noche Raúl está especialmente atractivo o eso es lo que piensa Ana.
Con el devenir de las cervezas y la magia de las conversaciones de la noche, empieza a despertar algo en el interior de Ana que nunca antes había sentido. Se fija en Raúl de forma distinta, su amigo de siempre empezaba a situarse en una delgada línea del follamigo interesante. "No, no puede ser" se dice a sí misma. Mientras otra vocecilla en su cabeza le confiesa "sí sí, pero tú hoy te lo calzarías sin dudarlo".

De cara a la galería, eso se traduce en efectos psicosomáticos del siguiente orden: leve temblor en sus rodillas, miradas punzantes a Raúl mientras se muerde el labio inferior inconscientemente y cierta humedad inesperada en el fruto de su intimidad.
De repente se siente algo sofocada, se levanta y va a por otra cerveza.
Raúl percibe ciertas señales (es parte de sus habilidades chamánicas que su vida de pirata le ha ofrecido) Cuando Ana regresa, decide ponerla a prueba, rozando la frontera de la amistad.

- Ana, si pudieras elegir a cualquiera de tus amigos para acostarte con él, ¿con cuál te acostarías? Y no vale decirme a mí solo porque es mi cumpleaños.
- Y esa pregunta so pirata?!!! No existe ninguna respuesta adecuada para esa pregunta. Es una pregunta trampa.

Pero Raúl consiguió lo que quería. El lenguaje no verbal aclaró sus dudas. Ana respondía dando un capotazo muy elegante, pero su rostro se sonrojó levemente. Raúl conoce bien a Ana y sabe que no se sonroja con facilidad, ergo.....acaba de percibir que "le pone" de manera especial. "Interesante" piensa el cumpleañero, aunque no va a seguir apretando, al menos hoy no.

El final de la noche se aproxima. Alguna que otra pareja improvisada de la noche retoza en la piscina. Dos excedidos de la rubia burbujeante vomitan en la arena. La música ha parado pero se escucha una cancioncilla recitada por un artista improvisado que cree tener buena voz "Ohh líquido infernal que te crías entre verdes matas! Que hasta al hombre más cabal haces andar a gatas..."

El cantante se acerca a Rául.

- Perdona una pregunta. ¿Cómo consigues que estas fiestas sean tan de puta madre?
- Por la energía hermano.
- ¿Qué dices de la energía?
Raúl saborea el último sorbo de cerveza que deja víctima a su undécimo botellín. El árbol de botellines ya solo es un árbol desflorado.
- A ver. Normalmente cuando vamos a beber una cerveza lo pasamos bien. ¿verdad?
- Sí tío. La cerveza mola.
- Error. La cerveza no mola tanto. Lo que realmente te hace feliz es la energía que se desprende cuando dices "vamos a tomar una cerveza". Realmente lo que estás diciendo es "vamos a relajarnos un rato, desconectar, hablar sobre cosas agradables, escuchar música, coquetear, intimar, desinhibirnos, etc" ¿Comprendes?
- Creo que lo voy pillando.
- A la gente no les relaja fumar. Les relaja pensar que fumar relaja y fumar en consecuencia. Respirar profundo, descansar 5 minutos. Hacer el break. Pues con las fiestas es lo mismo. De nada sirve ponerse hasta las manillas de birras. O al menos no solo eso. Lo importante es la expectación, previa y la que se crea en sinergia durante el evento. Cuando una mujer se maquilla o tú te pones tu mejor camisa, no os estáis solo acicalando sin más. Estáis diciendo ahora es un puto momento especial en mi vida, mira, ¿me veis? voy guapa ehm. Eso es lo que hay. Piso el suelo y el mundo tiembla. Mira mi camisa, hoy irradio luz. ¿Vas pillando?
En los eventos la gracia es la misma. Yo no intento solo decirte "ven a mi casa, bebemos y escuchamos música" no, no y no. Yo os quiero decir: "sal de tu puta rutina, deja los mamoneos que  tengas atrás. Hoy se para el mundo. Hoy es un día mágico. Hoy eres Aquiles en Troya (sin premio mamona) Hoy las estrellas se alinean para que tú seas el protagonista. Siente de verdad, sin complejos. Coquetea. Siéntete único o única. Hoy eres preciosa aunque normalmente tengas complejos. Hoy es el día D a la hora H. No existe nada que merezca la pena que no ocurra aquí. Imagina cosas que normalmente no ves, porque en el fondo sabes que todo en la vida va a salir bien. Que te tiemble el alma como cuando ves a tu grupo preferido en directo. Enamórate de la noche como lo hiciste de esa niña a los dieciséis"

[La vena del cuello de Raúl se hincha y sus pupilas se dilatan por la exaltación]

 Yo os quiero decir: "Si existe algún propósito en la vida, es que esta noche estés aquí y sientas y vivas esto. Otro día no, HOY"
- Copón Raúl! El brebaje ese que sale de tu árbol te ha afectado al coco.
- Tú preguntaste hermano. Si no estás preparado para la respuesta....
- NO HAGAS LA PREGUNTA!!

Gritaron Ana, Fran y Raúl al unísono.

- Jajajajajajajajajajajajajaja.

Los cuatro rieron por más de dos horas o eso les pareció a ellos.

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