martes, 27 de febrero de 2018

Capítulo 22: "El brebaje"


Lleva los ojos sombreados de un azul pálido.

Corona su sonrisa una ristra de hadas que iluminan cada rincón de tu endurecido corazón.

Sus vaqueros rotos dejan asomar sus preciosas rodillas, las sujetan los hilachos de ese pantalón desgarrado a conciencia.

Lleva una guitarra con el golpeador desgastado apoyada en las piernas. Tiene las cuerdas recién cambiadas. Se siente cómoda con su instrumento recién afinado, como tú cuando estrenas tus nuevas zapatillas.

Mira hacia arriba mientras suena la melodía y se muerde el labio inferior. Saborea cada nota como limonada en verano seco.

En los hoyuelos que enmarcan su sonrisa está el universo entero. Que caigan bombas fuera, en esa sonrisa tengo mi mundo.

Pero no existe. Ella no existe, es solo una proyección de tu subconsciente.

Mezclas tu corazón y tu mente en un cóctel, que esta vez te salió mal. Sí, te salió mal, como mal caminas por un mundo de sueños que se ha llenado de demasiado alquitrán.

Te falta jengibre en ese batido emocional que te has montado. Quizás una cucharada de Colacao, o tal vez dos claras de huevo, para un aporte extra de proteínas de alto valor biológico.

Abres la ventana y hay demasiado humo ahí fuera. No, no salió bien. Ese brebaje sabe a demasiado dolor, se siente en el paladar como ácido de batería.

Quizás le falta un toque yerbabuena al batido, tal vez un poco de cardamomo, a lo mejor un poco de café soluble para camuflar la acidez.

Pero...salió mal. Ella no existe, el camino está lleno de piedras sin pintar. Demasiado iguales, demasiado secas. Les falta un chorreón de leche de almendras, como al cóctel. Ese cóctel de corazón y mente no funciona. No tiene las proporciones idóneas en este mundo pseudomodernista carente de la heurística necesaria para resolver este entuerto existencial.

Y no sé lo que le falta al batido, pero duele. Duele el beberlo, el saborearlo. Duele el tragarlo y el digerirlo. Creo que me ha faltado un poco de zumo de limón. o de lima, o de neuropapaya futurista detoxpowerfitness. O de yo que sé. Pero duele, duele solo el olerlo. y al cerrar los ojos sigue con su guitarra apoyada en las rodillas, con su vestido sueltecito, su cabello olor a coco y sus ojos sombreados de un azul pálido.

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Delirios del chamán by Jesús López Rodríguez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.




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