Lleva los ojos sombreados de un azul pálido.
Corona su sonrisa una ristra de hadas que iluminan cada
rincón de tu endurecido corazón.
Sus vaqueros rotos dejan asomar sus preciosas rodillas, las
sujetan los hilachos de ese pantalón desgarrado a conciencia.
Lleva una guitarra con el golpeador desgastado apoyada en
las piernas. Tiene las cuerdas recién cambiadas. Se siente cómoda con su
instrumento recién afinado, como tú cuando estrenas tus nuevas zapatillas.
Mira hacia arriba mientras suena la melodía y se muerde el
labio inferior. Saborea cada nota como limonada en verano seco.
En los hoyuelos que enmarcan su sonrisa está el universo
entero. Que caigan bombas fuera, en esa sonrisa tengo mi mundo.
Pero no existe. Ella no existe, es solo una proyección de tu
subconsciente.
Mezclas tu corazón y tu mente en un cóctel, que esta vez te
salió mal. Sí, te salió mal, como mal caminas por un mundo de sueños que se ha
llenado de demasiado alquitrán.
Te falta jengibre en ese batido emocional que te has
montado. Quizás una cucharada de Colacao, o tal vez dos claras de huevo, para
un aporte extra de proteínas de alto valor biológico.
Abres la ventana y hay demasiado humo ahí fuera. No, no
salió bien. Ese brebaje sabe a demasiado dolor, se siente en el paladar como
ácido de batería.
Quizás le falta un toque yerbabuena al batido, tal vez un
poco de cardamomo, a lo mejor un poco de café soluble para camuflar la acidez.
Pero...salió mal. Ella no existe, el camino está lleno de
piedras sin pintar. Demasiado iguales, demasiado secas. Les falta un chorreón
de leche de almendras, como al cóctel. Ese cóctel de corazón y mente no
funciona. No tiene las proporciones idóneas en este mundo pseudomodernista
carente de la heurística necesaria para resolver este entuerto existencial.
Y no sé lo que le falta al batido, pero duele. Duele el
beberlo, el saborearlo. Duele el tragarlo y el digerirlo. Creo que me ha
faltado un poco de zumo de limón. o de lima, o de neuropapaya futurista
detoxpowerfitness. O de yo que sé. Pero duele, duele solo el olerlo. y al
cerrar los ojos sigue con su guitarra apoyada en las rodillas, con su vestido
sueltecito, su cabello olor a coco y sus ojos sombreados de un azul pálido.

Delirios del chamán by Jesús López Rodríguez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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