jueves, 30 de julio de 2015

Capítulo 6: "Los cubos de mezcla se llenan hasta la mitad"

Ese domingo por la mañana la resaca apretaba.
Ese domingo a la mañana Fran calentó un poco de agua, medio limón exprimido para aderezar el vaso. El ibuprofeno le persigue. La cafetera perfumando la cocina con ese olor a grano tostado que solo el café consigue.
El dolor de cabeza achucha sin compasión. Patalea algo en el interior de la blanca muerte que actúa bajo presión.
Un poco de agua clara a la cara. Las polvorientas zapatillas de correr bien apretadas y a salir a la calle sin apenas morder. "Y si reviento que reviente", vagabundeaba su mente, pero hoy salgo a correr.
Las vetustas calles de Sevilla resplandecen a las 8 de la mañana. Conforme aumenta el ritmo cardiaco de Fran, suda bourbon que otrora bebiera con Ana.
De repente un "sinHogar" se tambalea en medio de la calle, su cabeza aterriza en el bordillo. Fran se apresura a ayudar con algo más que un bocadillo.
Emana sangre por la testa del despelucado. Fran se quita la sudadera y tapona la herida, trasciende el ser educado. Después de hora y media y la intervención del equipo de urgencias, Fran conversa con el ya recuperado.
- Hola. Ya tienes mejor color ¿cómo te encuentras señor?
- Hola muchacho. Bien, esto solo ha sido otra cicatriz que tacho.
- ¿Tienes casa o familia que te espere?
- Ni lo uno ni lo otro, nadie que me atienda cuando me opere.
Esa mano que  tu siempre añoras.
Que roza tu piel en la noche.
Que manifiesta tu amor sin derroche.
Que te atrapa el alma sin demora.
No hijo, no tengo ese calor humano que te enamora.
Cada segundo mientras lloras,
buscas su olor sin reproche.
Calma tu pesar dándole broche.
Respiro a contratiempo a todas horas.
- Bueno, dejemos que las penas se las lleve el viento. Cuéntame cómo te llamas ahora que estás atento.
- Resulta, pasa y acontece que no recuerdo mi nombre por más que me esmero, puedes llamarme el señor de los senderos.
Cada día en mi vida es una aventura. Duermo en un banco, bajo las estrellas o allá donde me lleve la fortuna.
Cruzo los pasajes sin importarle a los demás. Salto, fumo y bebo. Siento, vivo y sueño sin más.
Navego en las vías de mi destino, soy como tú y como aquel pero más consciente de mi camino.
Trabajé en mil y un sitios aprendiendo. Divagué sin entrar en el engranaje sufriendo.
Huí de ser otro espantapájaros. Y si quieres que prosiga, ya se acaba la poesía y la rima.

- Ok. Continua por favor.
- Maravilloso. Pues como te decía, de todos los sitios en los que he estado he aprendido. Aprendido mucho. Y el secreto para aprender no es optar a estar con grandes sabios o esperar a que te ocurran grandes cosas. El secreto es cambiar la perspectiva con la que usualmente vemos el mundo. Disfrutar de cada detalle. Escuchar, sentir mucho y hablar poco.
Cuando trabajé en la construcción aprendí más que a poner losas en el suelo. Aprendí que los cubos de mezcla no se llenan hasta arriba. Si los llenas mucho son muy pesados y además el oficial no los puede manejar con la misma soltura. La primera vez que llené un cubo se lo llevé orgulloso a mi oficial, bien hasta arriba para demostrar mi fuerza y dedicación. El oficial lo tiró al suelo y dijo "este no vale, tráeme otro". Después de sudar mi cara de sorpresa, lo entendí. Los cubos de mezcla se llenan hasta la mitad, y se dan más viajes.
La vida es igual. No se puede llenar la mochila de la experiencia con demasiada carga. Hay que dar viajecitos y aprender poco a poco. Si no, la carga se hace pesada. Hay que disfrutar de cada palada, de cada saco, de cada buche, de cada beso.
Con las mujeres es lo mismo, no tengas prisas por arrancarle las bragas. Espera a que llegue, huele su pelo y llénate con su fragancia. Todo cuenta. cada gota de sangre de mi camisa tiene su porqué.
- Bueno hasta ahí no amigo. Tú tienes sangre porque te has caído, por ir bebido.
- Tengo sangre porque ayer bebí buche a buche y respiré en cada uno de ellos. La consecuencia es solo eso, una consecuencia. De ellas también se aprende y se asumen. Dicen que cuando pides que llueva tienes que aguantarte con el barro. Yo lo asumo. ¿lo haces tú?
La verdadera esencia de todo esto es la perspectiva, la forma en la que observas la vida. Desde dentro o desde fuera. Yo aprendí a ver la vida desde dentro. Me veo a mi y de ahí para afuera. Después de fuera para adentro con un feedback maravilloso.
Es la naturaleza humana hermano, fea y bella a la vez. Tú decides que lado mirar. De ti depende con qué te quedas.

Yo sigo soñando, sigo rozando el aire a mi paso y seguiré haciéndolo. Ya siempre lleno los cubos hasta la mitad.

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jueves, 23 de julio de 2015

Capítulo 5: "Alcanzar la luna"

- Voy persiguiendo a la luna.

Dijo la joven niña de trenzas alocadas.
Linda risa aquella de la inexperiencia,
sonrojadas mejillas moteadas de pecas,
mirada dulce, inocente, plagada de ilusión.
Un sinfín de aventuras inundan su mente,
calan en lo más hondo, allá donde lo malo no puede acercarse.
las conexiones neuronales entraman un andamiaje hacía la fantasía,
hacía el sentimiento puro, hacia la verdadera esencia que a veces se deteriora con la edad.
La ingenuidad de la infancia consigue elevar los sueños de forma natural, simple y directa, sin necesidad de ansioliticos ni otros fármacos del estilo.
La niña sonríe, la infinitud de su alegría expresada en una sonrisa, cautiva el alma del cuarentón empresario.

- Pero no puedes alcanzar a la luna pequeña, está muy alta.

Traje italiano, maletín desgastado,
un pequeño tatuaje que asoma en la muñeca, debajo de los gemelos de su camisa.
En la silueta del tatuaje se aprecia una fina cicatriz, a la altura de donde el reloj suele descansar. Oculto, para no recordar traumas pasados anclados a la sin razón.
Voz áspera, fruto de años de castigar su hígado y sus pulmones.
El experimentado de la vida se encuentra en calma, se pregunta si es fruto de los antidepresivos o de la sonrisa de la niña.

- Pues sí, voy persiguiendo a la luna y sé que la voy a alcanzar, solo necesito correr más deprisa.

La joven salta más y más alto.

- Algún día la alcanzaré y entonces te dejaré verla un ratito.

El señor mira hacia arriba y descubre que es lo más inteligente que se puede hacer en una noche como esta.
Nunca hay que menospreciar la inmensa seriedad que tienen los niños cuando juegan.
El humo del cigarrillo se desliza hasta emborronar la luna llena...


-¡Ves, ves, si el humo puede llegar, yo también podré!

Finalizó la niña con la mirada llena de felicidad.

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miércoles, 15 de julio de 2015

Capítulo 4: "La tejedora de estrellas"

Profunda y turbia. Pequeñas porciones burbujeantes de felicidad.
La espuma baja, la garganta se humedece.
La estrechez del alma se dilata así como los vasos ... Como esos vasos que dilatan los vasodilatadores. No de esos vasos que forman el paradigma de ella.
De ella.
De esa rubia o tostada que media entre la camarera y el desdichado.
Esa que separa un abismo de apenas un metro, en el que el servidor y el servido establecen un pacto entre iguales.
En el centro de la sala Raúl, Ana y Fran. Es tarde, la mayoría de los clientes se han ido ya. 
Ana preciosa como siempre. No muy arreglada, no le hacía falta. Solo ese maravilloso perfume que encandilaba el alma de Fran y de algún que otro más. Unos labios bien tatuados de rojo. Poco más, que eso. El pelo suelto reía como ella, se movía como ella, danzaba como ella.
Fran estrenaba zapatillas nuevas. Le fascinaban sus zapatillas. Aunque odiaba ir de compras, ir a la caza de unas buenas zapatillas que marquen estilo con su caminar era otra historia. La semana anterior lo consiguió. Unas Adidas negras con líneas rojas. Calzaba su nueva adquisición con orgullo. Al igual que su vieja camisa de cuadros verdes Kurtcobiana, que heredó de su hermano mayor y que lleva formando parte de su vestuario como una década ya.
Raúl destacaba con una camisa negra bien abrochada, que funcionaban como un potente display social, elegante a la par que underground-alternativo.
El barman cerró las puertas. Solo quedaron dentro los clientes vip. Los ceniceros aparecieron en la barra como por arte de magia."Cryin like a bitch" de Godsmack sonaba por los "speakers". El trascendental arte de liar marihuana empezaba a germinar en el interior de la sala, al unísono con la bajada de intensidad de la luz de ambiente.
En el centro, la triada iluminada por Raúl. En la periferia una parejita de 20 añeros y tres moteros que balbucean algo referente a la camaradería y a la esencia de la amistad, mientras engullen con facilidad litros de cerveza.
Los focos reflejan el ambiente lleno de humo. El estribillo comienza "...but I've told you one to many times you were cryin like a bitch..."
La espuma de la cerveza empieza a rozar el fondo del vaso. Raúl, Fran y Ana  festejan momentos de su niñez entre las cálidas maderas del bar. Recuerdan detalles curiosos y significativos que marcaron parte de su vida y que se ubican en su infancia.
El tema de conversación lo inició Raúl. Como no, una de sus entrañables ideas que trascienden la noche, que hacen que los vecinos de charla peguen la oreja a la conversación y paren de hablar de fútbol y política.
De  nuevo Raúl lo volvió a conseguir, todo el bar pendiente de ellos. El talismán del chamán, una sonrisa embaucadora y un tema de conversación profundo y genuino.
Después de que Fran comentara detalles de cómo robaba naranjas de pequeño -siempre las naranjas robadas están más ricas- bromeaba Fran; y cómo Ana la partió el labio al abusón de su clase cuando intentó bajarle la falda, llegó el turno de Raúl. El tono de Raúl se tornó solemne, e inició una maravillosa historia que le fue contada por su padre cuando Raúl apenas tenía 10 años. La historia se convirtió en leyenda. La leyenda se fundió con el humo, adornando las notas de vida de esa noche.
Rápidamente los oyentes se metieron en su mundo. Raúl consiguió que vivieran la historia en primera persona. Bueno lo consiguió Raúl, el THC, el alcohol y la música.

-         Que por qué no debes estar despierto hasta tan tarde
¿Nunca has oído la leyenda de la tejedora de estrellas?

-          No padre, yo solo quiero ir a jugar con el resto de mis amigos al bosque.

-          Y podrás pequeño, y podrás, pero no más tarde de la puesta de sol, y menos aún a tan altas horas de la noche.

-          Bueno pues ya que no me dejas, cuéntame esa historia del teje estrellas.

-          ¡Tejedora de estrellas!
Su nombre es Duermedela y más te vale no tergiversar el nombre de una diosa. Porque esta leyenda narra la trágica historia de una de las diosas más bellas de todo el cosmos.
Su belleza solo es comparable con sus endemoniados actos que en el presente y desde hace algunos años lleva realizando bajo el velo de creer hacer lo correcto.

Duermedela siempre ha sido la encargada de mantener a las estrellas que esta noche podemos disfrutar en lo más alto del cielo. Desde allí arriba al lado de esa estrella que sobresale de las demás, ¿puedes verla?...

-          Sí padre.

-          …mientras una noche se deleitaba realizando su trabajo como la más hábil de todas las costureras, se enamoró de un mortal, que aliviaba el calor, que la fragua le infundía, en un lago cercano a la herrería en la que trabajaba. Allí con la luna como paradigma de la noche y el lago como un espejo del joven herrero, se produjo el eterno amor de la tejedora, que no tardó en ser mutuo.

Como una estrella fugaz la diosa bajó a la Tierra y encandiló al joven herrero.
Durante varias semanas Duermedela bajaba durante el día a recrear su amor con el muchacho, dado que por las noches se dedicaba a tan laborioso oficio como es el de mantener a las estrellas en el lugar que le corresponden.

-          Padre, ¿qué tiene que ver el amor entre una diosa y un hombre, para que yo no pueda salir a jugar por la noche?

-          La paciencia no es una de tus virtudes, pequeño, pero espera hasta el final.

-          Al igual que ocurre en la vida mundana, el amor entre dos personas puede ser quebrado por un tercero en discordia.
Hipnos, el dios que siempre había estado enamorado en secreto de Duermedela, observaba furioso, cómo un simple mortal se había ganado su corazón. Su furia era tal que hacía temblar en pesadillas a la mayoría de los seres vivos de esta tierra.

A modo de venganza, Hipnos maldijo al joven herrero a sumirse en la locura.
Cuando la tejedora se dio cuenta de que su amado había cambiado, se introdujo en lo más hondo que la tristeza permite.

No era él, apenas la reconocía, balbuceaba más que hablar y sin ninguna coherencia. Pero…, siempre hay un "pero" hijo, observó que mientras su amado dormía, se levantaba sonámbulo cada noche y para el asombro de la diosa, ¡era el mismo que antes!, su amante cuerdo que la deseaba, la amaba y bebía los vientos por ella.

Duermedela, ajena al motivo de tan extraños sucesos, quiso entender que esa, precisamente esa, era la naturaleza humana, solo son ellos mismos cuando duermen, su alma solo deja aflorar su verdadera naturaleza cuando nada los confunde, mientras, solo interpretan un papel para sobrevivir en sociedad que no deja de ser una locura.

Por tanto, encontró un remedio para la enfermedad de los humanos. Durante años Duermedela baja de los cielos por las noches cuando ha terminado sus labores y todas las estrellas están donde deben, y cuando encuentra a algún mortal despierto, lo funde en un sueño eterno para que sea él mismo, o al menos eso cree la desdichada tejedora de estrellas, forjadora del cielo.

Por eso pequeño impaciente, no puedes ir a jugar al bosque de noche, si te cruzas con una bellísima joven con un manto blanco y una larga melena azabache, puedes caer en un estado de profundo sueño del que nadie te podrá levantar jamás.

-          Entiendo padre. Siento pena por la pobre Duermedela. ¿Por qué no pudo terminar su historia de otra forma?


-          Con el tiempo aprenderás que el destino teje caprichosamente nuestras vidas, como Duermedela teje el manto estrellado.

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miércoles, 8 de julio de 2015

Capítulo 3: "Dejar de pintar"

Hubo un día en el que Fran ya no aguantaba más. Sus demonios se le hacían grandes. Sus problemas de ansiedad e incertidumbre vital se acentuaban. Poco tenía sentido ya para él. Empezó a beber en casa, beber solo, cosa que no solía hacer. Decidió continuar con su anestésico en el bar. Era jueves luego sabía a ciencia cierta que Raúl, Ana y quizás algún añadido de Raúl estaban allí.
Mientras terminaba de vestirse, empezó a pensar en voz alta, sin atender a que uno de los amigos de su pequeño sobrino había llegado a su casa.
- Deja mi alma en el andén, que se vaya lejos. que de mí se aparte. Que la aproveche otro, pues yo ya me he ido.
- ¿Y eso como puede hacerse?
- Ehhmm.....No lo sé pequeñajo, si encuentras la manera, dímelo. Pues solo una mente como la tuya virgen de todo pesar puede encontrar la solución a este entuerto.
- Hablas muy raro señor, ¡mejor voy a seguir dibujando!
- Dibuja pequeño, sueña con todo aquello que quieras, esa es tu gran virtud, que no te la arrebate nunca nadie. Yo mientras tanto seguiré envenenándome, pues tu sendero ya lo perdí tiempo atrás y lejos queda ya el camino de encauzarlo. Imagina mundos lejanos plagados de aventuras donde tu ser se desarrolle como el mejor de los héroes de fantasía. Conquista el corazón de esa doncella que te llena de ilusión y que crees que nunca la alcanzarás. Inventa tu máquina del tiempo y méate en la cara de todos esos cientificuchos que te dirán que es físicamente imposible. Diles que tu lo puedes todo. Abraza a tu madre y siéntete protegido, recogido en un mar de sensaciones donde lo único que cabe es ser feliz.
- Señor sigo sin entenderlo, y empiezas a darme miedo, no estés triste. Toma, coge el rotulador negro y sombrea el filo de la casa, que yo siempre me salgo.
- Normal que te asuste pequeño, ya te dejo tranquilo, se me olvidaba que con estos sin sentidos solo puedo contaminarte. Gracias por el rotulador, otro diita dibujo contigo.
- Señor creo que ya sé cómo se puede dejar el alma esa que tú dices en el tren... Solo tengo que crecer y dejar de pintar.
Fran entraba en el bar. Para su sorpresa Raúl no se encontraba allí, luego la sala no estaba iluminada de igual modo, la fiesta no era tal, pero a Fran ese día le bastaba. Pidió un Jack Daniels con cola y siguió bebiendo solo. Solo aunque rodeado de gente. Solo entre seres que presume no conocerá jamás. Solo entre ruidos que lo distrae de su mirada melancólica a la sombra que la luz de su copa proyecta en la barra del bar. Barra de bar desgastada, húmeda, oscura, apenas alumbrada por un pequeño foquito que cuelga tambaleante y risueño.
No hay relojes en la sala, maravillosa idea para no saber lo tarde que puede llegar a ser y seguir bebiendo. Beber, sentir el amargor a gasolina entrando a su sistema digestivo. Fran, bebe un trago largo, coge aire saborea el dolor y la amargura, y nota como su mente empieza a embotarse producto del alcohol. Un pequeño retazo de calma lo invade, la química no falla, la dopamina que genera el alcohol empieza a entrar en juego. La noche se pone interesante. A la vez que su coordinación empieza a flaquear.
Poco a poco continuó pensando en voz alta, maldecía a la vida, a la evolución del ser humano de tener conciencia de sí mismo, de estar dotado de la maldición del "awareness". Pronto Ana apareció. Fran lo supo sin verla por el olor a jazmín característico de su perfume. Fran amaba los olores en general y lo de las mujeres en particular. Pronto sintió la suave y firme mano de una amiga en la espalda.
- ¿Qué, empezando duro el jueves no? ya ni cervezas ni ná. Jacky por cuenta. ¡muyyyyy bien!. jajajajajaja.
La descarada sonrisa de Ana consiguió sacarle un brillo de felicidad a la amargura de Fran. Siempre lo conseguía. Pero ese día era demasiado para él.
- Me teeenggo que di Ana, que no toy hoy pa charla.
- Uff como hueles a alcohol hermano. Venga que te acompaño a casa.
- Que no!!!
La voz sobresalió por encima de la música. Uno de esos que se creen caballeros andantes fue a socorrer a la dama.
- Eeehh tú!! deja de molestar a la muchacha.
Fran no lo entendía. Que típico, de verdad pretendía ligarse a Ana de esa manera. En el fondo le daba pena del pobre bastardo que lo interrumpía en la conversación con su amiga y la simbiosis con su vaso con hielo.
- Aa ve túu. A ti que caarajo te passa. Te quie i ya al carajo hombre.
- Mira borracho te voy a decir una cosa...
-Fran lo interrumpió- Espera, espera, espera un momento que lo voy a puntá en mi bibreta de cosas que me importan UNA PUTA MIERDA!. A ver caballero andante. Don Quijote en busca de Dulcinea. Pégame con toda tu alma.
La música se paró, medio bar empezó a reírse de la contestación de Fran. Se avecinaba un puñetazo del caballero andante cuando de pronto el lustre del bate deslumbró a ambos implicados. Fran recibió la estocada del caballero que era inminente, el barman iba a poner punto y final a la disputa. Ambos se calmaron. metro noventa de camarero con un bate de béisbol es bastante efectivo solo con la presencia.
Ana cogió del brazo a Fran y lo sacó del bar. Todo se calmó. Mientras la música empezaba a sonar de nuevo, Fran gritaba, con un sabor en la boca mezcla de alcohol y sangre:
- Que le follen al mundo!!! Yo solo dejé de pintar joder! Solo dejé de pintar...


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jueves, 2 de julio de 2015

Capítulo 2: "El precio a pagar"

Para poder disfrutar de un paisaje idílico reinado por el verdor, los árboles, la espesura del césped y la vida, es necesario un clima húmedo, lleno de lluvias desagradables y mal tiempo. Pero amigo, cuando sale el sol, en esos lugares donde otrora reinaba un paisaje nefasto, ahora la divinidad de la naturaleza reina con su mayor esplendor. Es el precio a pagar. Todos entendemos ese concepto, si quieres estar en buena forma, has de hacer ejercicio y no comer mucho chocolate. Si quieres dinero, a veces has de trabajar en puestos duros y pagar con tu valioso tiempo. Para entender que el fuego es una herramienta valiosa pero peligrosa, antes has de quemarte.
El precio a pagar siempre ha inquietado a Raúl. Raúl es un conocido de Fran. No se puede decir que sean amigos del alma, pero en ocasiones divagan juntos compartiendo algún pitillo. Raúl no es el amigo más comprometido que existe, él suele llegar tarde, o no llegar. No atiende en demasía los problemas de su gente. Es un espíritu libre que no molesta a nadie ni quiere que lo molesten. Quizás por eso no tiene demasiados amigos de los de verdad, como sí es el caso de Fran, que cuenta con su cantera de amigos por los que te cortarías una mano.
Por otro lado Raúl goza de infinitud de colegas de lo más variopinto. Nunca le faltan conocidos con los que salir a tomar algo o chicas con las que compartir su lecho. Tiene una habilidad innata. Cuando Raúl llega, la sala se ilumina, el ambiente se enriquece, la fiesta empieza a ser una autentica fiesta de verdad y no solo una mera charla con música de fondo. Todo el mundo le presta atención. Siempre te sorprende con cosas inesperadas que provoca una risa contagiosa y ganas de vivir, como cuando los niños hacen el pino encima de la mesa, así "porque sí". Posee un carisma intrínseco que fascina a todo el mundo. No necesita esforzarse para caer bien. El hecho de caer bien está en su naturaleza, en su forma de hablar, trasmitir, bromear e incluso insultar a alguien. Sus conocidos dicen que es el único que conocen que pueda decir verdades incómodas a la gente que roza el insulto sin molestar a nadie.
Un jueves por la noche, a la vuelta de salir de copas, Fran caminaba de camino a casa acompañado por Raúl. Las antiguas callejuelas del barrio de Triana quedaban alumbradas por las luces de las casas que conforman una fachada blanca interminable moteada por algunas macetas pintadas de azul. Todo en silencio fruto de las altas horas de la madrugada.
- Fran, ¿te has fijado en todos esos hogares? la cantidad de familias, compuestas por personas, que a su vez inundan sueños. La cantidad de personas que no conoceremos jamás. A veces me pregunto qué estarán haciendo, qué les motiva, a qué se dedican y qué aman. Quizás en esa habitación de ahí, la de al lado de la farola, ¿la ves?
- Sí Raúl. ¿Qué le pasa a esa habitación? es solo una habitación más, probablemente del dormitorio de alguien.
- ¿Cómo que qué le pasa a esa habitación? que está iluminada, lo ves y tu lo has dicho, tiene pinta de ser el dormitorio de alguien. No te fascina pensar que igual es la habitación del futuro premio nobel, y que ahora se encuentra enfrascado en una de sus investigaciones entre pizarras llena de numerajos y café. y que por eso tiene la luz encendida un jueves a las 3 de la mañana. O quizás sea la habitación de una preciosa jovencita perfumada con el humo del incienso, que se encuentra experimentando con su sexo porque esta noche no ha tenido suerte con su amante y desea aliviar su pesadez por sí misma con sus piernas enredadas en las sabanas empujando a estas contra el edredón. O quizás haya algún artista escribiendo una canción que se convierta en el nuevo himno adolescente desde la de Kurt Cobain.
- No veas si le das vuelta a la almendra tu ¿no?...jejeje
- jajajaja. Pues sí tio, a veces me pregunto qué habrá en todas esas casas y me duele pensar que a la mayoría de las personas que viven ahí no las conoceré jamás. Que el intrincado mundo de notas que conforman esta creación danzan en compases de cuatro por cuatro y está lleno de matices que nunca saborearé. Pero bueno, me imagino que es el precio a pagar.
- ¿El precio a pagar?
- Cosas mías Fran, algún día te las contaré. Un abrazo cohone. Nos vemos en la próxima. Se feliz.

- jejeje. ok. Buenas noche Raúl, que descanses.


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