Capítulo 3: "Dejar de pintar"
Hubo un día en el que Fran ya no aguantaba más. Sus demonios
se le hacían grandes. Sus problemas de ansiedad e incertidumbre vital se
acentuaban. Poco tenía sentido ya para él. Empezó a beber en casa, beber solo,
cosa que no solía hacer. Decidió continuar con su anestésico en el bar. Era
jueves luego sabía a ciencia cierta que Raúl, Ana y quizás algún añadido de
Raúl estaban allí.
Mientras terminaba de vestirse, empezó a pensar en voz alta,
sin atender a que uno de los amigos de su pequeño sobrino había llegado a su
casa.
- Deja mi alma en el andén, que se vaya lejos. que de mí se
aparte. Que la aproveche otro, pues yo ya me he ido.
- ¿Y eso como puede hacerse?
- Ehhmm.....No lo sé pequeñajo, si encuentras la manera,
dímelo. Pues solo una mente como la tuya virgen de todo pesar puede encontrar
la solución a este entuerto.
- Hablas muy raro señor, ¡mejor voy a seguir dibujando!
- Dibuja pequeño, sueña con todo aquello que quieras, esa es
tu gran virtud, que no te la arrebate nunca nadie. Yo mientras tanto seguiré
envenenándome, pues tu sendero ya lo perdí tiempo atrás y lejos queda ya el
camino de encauzarlo. Imagina mundos lejanos plagados de aventuras donde tu ser
se desarrolle como el mejor de los héroes de fantasía. Conquista el corazón de
esa doncella que te llena de ilusión y que crees que nunca la alcanzarás.
Inventa tu máquina del tiempo y méate en la cara de todos esos cientificuchos
que te dirán que es físicamente imposible. Diles que tu lo puedes todo. Abraza
a tu madre y siéntete protegido, recogido en un mar de sensaciones donde lo
único que cabe es ser feliz.
- Señor sigo sin entenderlo, y empiezas a darme miedo, no
estés triste. Toma, coge el rotulador negro y sombrea el filo de la casa, que
yo siempre me salgo.
- Normal que te asuste pequeño, ya te dejo tranquilo, se me
olvidaba que con estos sin sentidos solo puedo contaminarte. Gracias por el
rotulador, otro diita dibujo contigo.
- Señor creo que ya sé cómo se puede dejar el alma esa que
tú dices en el tren... Solo tengo que crecer y dejar de pintar.
Fran entraba en el bar. Para su sorpresa Raúl no se
encontraba allí, luego la sala no estaba iluminada de igual modo, la fiesta no
era tal, pero a Fran ese día le bastaba. Pidió un Jack Daniels con cola y
siguió bebiendo solo. Solo aunque rodeado de gente. Solo entre seres que
presume no conocerá jamás. Solo entre ruidos que lo distrae de su mirada
melancólica a la sombra que la luz de su copa proyecta en la barra del bar.
Barra de bar desgastada, húmeda, oscura, apenas alumbrada por un pequeño
foquito que cuelga tambaleante y risueño.
No hay relojes en la sala, maravillosa idea para no saber lo
tarde que puede llegar a ser y seguir bebiendo. Beber, sentir el amargor a
gasolina entrando a su sistema digestivo. Fran, bebe un trago largo, coge aire
saborea el dolor y la amargura, y nota como su mente empieza a embotarse
producto del alcohol. Un pequeño retazo de calma lo invade, la química no
falla, la dopamina que genera el alcohol empieza a entrar en juego. La noche se
pone interesante. A la vez que su coordinación empieza a flaquear.
Poco a poco continuó pensando en voz alta, maldecía a la
vida, a la evolución del ser humano de tener conciencia de sí mismo, de estar
dotado de la maldición del "awareness". Pronto Ana apareció. Fran lo
supo sin verla por el olor a jazmín característico de su perfume. Fran amaba
los olores en general y lo de las mujeres en particular. Pronto sintió la suave
y firme mano de una amiga en la espalda.
- ¿Qué, empezando duro el jueves no? ya ni cervezas ni ná.
Jacky por cuenta. ¡muyyyyy bien!. jajajajajaja.
La descarada sonrisa de Ana consiguió sacarle un brillo de
felicidad a la amargura de Fran. Siempre lo conseguía. Pero ese día era
demasiado para él.
- Me teeenggo que di Ana, que no toy hoy pa charla.
- Uff como hueles a alcohol hermano. Venga que te acompaño a
casa.
- Que no!!!
La voz sobresalió por encima de la música. Uno de esos que
se creen caballeros andantes fue a socorrer a la dama.
- Eeehh tú!! deja de molestar a la muchacha.
Fran no lo entendía. Que típico, de verdad pretendía ligarse
a Ana de esa manera. En el fondo le daba pena del pobre bastardo que lo
interrumpía en la conversación con su amiga y la simbiosis con su vaso con
hielo.
- Aa ve túu. A ti que caarajo te passa. Te quie i ya al
carajo hombre.
- Mira borracho te voy a decir una cosa...
-Fran lo interrumpió- Espera, espera, espera un momento que
lo voy a puntá en mi bibreta de cosas que me importan UNA PUTA MIERDA!. A ver
caballero andante. Don Quijote en busca de Dulcinea. Pégame con toda tu alma.
La música se paró, medio bar empezó a reírse de la
contestación de Fran. Se avecinaba un puñetazo del caballero andante cuando de
pronto el lustre del bate deslumbró a ambos implicados. Fran recibió la
estocada del caballero que era inminente, el barman iba a poner punto y final a
la disputa. Ambos se calmaron. metro noventa de camarero con un bate de béisbol
es bastante efectivo solo con la presencia.
Ana cogió del brazo a Fran y lo sacó del bar. Todo se calmó.
Mientras la música empezaba a sonar de nuevo, Fran gritaba, con un sabor en la
boca mezcla de alcohol y sangre:
- Que le follen al mundo!!! Yo solo dejé de pintar joder!
Solo dejé de pintar...

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