Notas sobre el autor desde él mismo.
Orgullo
Y sí, escribo desde las entrañas aunque escueza.
Y no soy ningún escritor recomendable, ni por el continente ni
por el contenido.
Y he buscado manuales y tutoriales de vida, sin tener éxito.
Y he buscado la eternidad como Aquiles en Troya. Aunque sé
que no soy ningún ejemplo.
Y he mezclado ansiolíticos con bourbon.
Y no me siento orgulloso de ello.
Y he querido tanto que duele. Tanto, tanto, que llega a
convertirse en una patología. y sí, sí me siento orgulloso de ello.
Y no, no he sido todo lo bueno que ahora me gustaría.
Y de eso no, no me siento orgulloso.
Y se me han reventado las palmas de las manos al palear
frente a una hormigonera, bajo más sol del que me gustaría y gratis ... y sí,
sí me siento orgulloso de ello.
Y me he partido la cara con más de uno cuando era un
renacuajo y he hecho bullying de ese
que laman ahora y también he recibido, más del que me gustaría.
Y he sentido ansiedad de pequeño, de mediano y de grande.
Y he follado desde el alma, sin preguntarme por qué, sin autoevaluarme
ni juzgarme, sin evaluar ni juzgar a la otra parte.
Y he pasado fines de semana de muuchas horas resolviendo
boletines de problemas de matemáticas mientras otros bebían. Y también he
empleado otros en beber, en beber mucho y sin sentido y,
no, no me siento orgulloso de eso.
Y he sido un empollón, y también un cabrón y también un
llorón y también un cacho de pan y un
celoso y también todo comprensión y he sido todo, todo lo que he podido, todo
lo que he tenido la oportunidad de ser.
Y sí, sí estoy orgulloso de ello.
Y he sido un filósofo soñador sin título. Un soñador que
sueña con todo, con todo lo que puede. Que sueña con el sueño mismo, con el
soñar y el soñarse. Con el soñar y el soñarte, sí sí, a ti, a esa personita que
lee esto, deseando soñarte a ti aunque ni te conozca. Deseando rascar en almas
que quizá no existan todavía.
Y he sido un tonto con letra y un ingeniero deprimido,
y un ingeniero con ingenio,
un ingeniero de los de antes, de los que se permitían
ponerse a soñar y a descubrir,
y a chocarse y a frustrase.
Y sí, sí estoy orgulloso de eso, aunque el orgullo no sea
nada, aunque nada importe.
He sido el que ha jugado, naufragado y buceado con esa culpa
judío-cristiana que llevamos heredando desde siglos, aunque, como dice mi madre
"tú échame la culpa a mí, no te preocupes, ¿la culpa es algo quizás?"
Y me he lesionado por dentro y por fuera. Pero he saboreado,
abrazado y sentido todo lo que he podido. Y amasado esta vida como si fuera
plastilina. Pringándome los dedos sin tapujos, llenándome la zona que se
esconde entre los dedos y las uñas con esa vida amasada y pringada y sucia e
injusta y bonita y perfecta y cruel y equilibrada.
y sí, sí estoy orgulloso de ello,
aunque el orgullo no sea nada, aunque nada importe.

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