viernes, 25 de diciembre de 2015

Capítulo 13: "El discurso de los demonios"

Jueves noche en el templo donde el alcohol y las risas trabajan en sinergia. La triada Ana, Fran y Raúl cervecean mientras aprietan con fuerza una de sus conversaciones de entrenoche.

Las miradas esporádicas entre Raúl y Ana rememoran las noches en esa habitación donde hace unos días se comían sin compasión, donde se lamian hasta el alma.

Fran pide otra Leffe, una de las cervezas belgas que lo tienen enamorado, mientras taladra el culo de la camarera con su mirar.

Holy Diver de Dio suena por las columnas de la sala, mientras unos focos sin rumbo fijo se entremezclan con el devenir del ambiente del templo.

- Pues yo creo que deberíamos montar un bar en condiciones en esta ciudad de catetos.
Fran rompe la tensión sexual de Raúl y Ana con unas de sus ideas de negocio que llevará a cabo nunca jamás en su vida, pero que igual gusta de compartir, mientras elucubra números y sensaciones del proyecto.

- Sí tío. Un jodio bar con dos jaulas gigantes dentro, que alberge a sendas tetonas en su interior. En la puerta dos barriles que escupan llamas hacia arriba. Que vaticinen la magia que se cuece en el interior. ¿Os imagináis? ¡sería la hostia!

- Pues yo no me voy a meter dentro de las jaulas.
Ana mira a Fran mientras le contesta guiñándole un ojo, como solo Ana sabe hacer.

- Lo siento Ana, te faltan tetas. Jajajajaja.
Los tres filósofos de la noche se ríen mientras brindar por el bar del futuro.

Ese jueves de luna llena echa su broche cuando los amigos se despiden. Pronto, en el silencio y soledad de cada uno, los demonios de sus mentes atacan desde el interior. Ya en la cama intentando conciliar el sueño, el oleaje de pensamientos se acentúa. Dicen que en la oscuridad a veces se ven las cosas mucho más claras.

Fran

Y es que no puedo parar de llorar. Intento contener las lagrimas pero se me derraman demasiado. Mi cuerpo escupe usando los ojos como arcabuz. ¡Y por qué cojones estaré tan triste si no me sacude ningún mal!. Las cataratas se deslizan por mi cara abochornándome.

"..mira que hombrecito fuerte. Mira que maduro y equilibrado. Das pena. No puedes con nada. Crees que sí , vendes que sí cuando el No es aplastante. Cincelas felicidad usando un martillo de tristeza".

"Mira a lo que has llegado. Maravillosa nariz roja como Rudolf de tanto llorar, de tanto gemir como una puta sin corazón. Venga, tira de esa resiliencia que tan de moda está ahora. Recompón ese cuervo hecho a trocitos que sabes que no es el mismo de antes de romperse. No, no hay moraleja en este cuento, solo debilidad. Solo frustración y vacío."

"Vamos animal, sabes que siempre vas a estar unido a mí, resígnate, tú y yo somos uno. Vine a ti y ya nunca me iré. Intenta hacer deporte, beber, correr, fumar, repite el ciclo, al final siempre estoy aquí. Al final lloras, en el fondo sabes por mucho que lo ocultes que el dolor no se te va a ir."

"Respira, que si no te ahogas y te necesito vivito para poder torturarte. Venga, prepara un mate con agua tibia. Te dejo unos minutos de tregua. Coge fuerzas que después vendré a verte"

Raúl

Joder, otra noche que me voy a la cama ciego como un piojo.

"No puedes ni con tu alma. Si no te pones hasta las "manillas" de cervezas no hay quien te duerma. A ver si pones algo de esfuerzo en enderezar tu vida porque no eres más que un borracho aceptado socialmente. No engañas a nadie con tus camisas de marca y te pelo desaliñado con agua de peinado."

"Por muchas tías que te tires sigues igual de vacío. Ese es tu estado, vacío. Muerto por dentro. Asúmelo. Sigue bebiendo, que es para lo único que vales. Venga intenta contener el vomito. Las paredes te dan vueltas como cada noche. Te crees muy carismático, pero tu carisma es fruto del veneno que tomas cada noche. Todos tus méritos se los debes al alcohol"

Ana

A ver como enderezo esto, si no puedo controlar mis sentimientos.

"No tienes trabajo porque eres una torpe cara bonita cuya única función en este mundo es de servir de florero para agradar la vista a otros. Si ni siquiera eres capaz de decirle a tu amigo que estás enamorada de él. Pareces madura, chica fuerte emocionalmente. Me río yo de tu fuerza. Ministra de la fatiga, deberías quedarte en esta cama y nunca despertar. Total, para lo que sirves."


... Los espíritus del mal se alinean en la noche, desvaneciéndose en la altura circundada por esa luna llena. Esa luna que sirve de marco a la danza de Morfeo. Mientras, los tres jóvenes van quedando dormidos. Mañana será otro día. Quizás mañana sea un día en el que se levanten y sueñen con esos pasos de pies descalzos al atardecer buscando aquello por lo que vinieron al mundo.
Quizás mañana se levanten y digan:  hoy es un día más en el que, en potencia pueden ocurrir cosas maravillosas que te taladran por dentro. O quizás no.

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martes, 8 de diciembre de 2015

Interludio: "Sigue al conejo blanco"

Somos básicamente un conjunto de alimañas oportunistas repletos de dogmas aceptados socialmente en un contexto autodestructivo.

No hay mucho más. Por mucho que se quiera, en general somos alimañas convenidas en todos los planos: económico, social, emocional, etc.
Yo me retiro del camino.
Me bajo de este tren en el que me subieron sin mi permiso. Yo voy a seguir al conejo blanco. Igual me lleva a un lugar peor, pero más vale lo malo desconocido que...
Yo voy a seguir a ese conejo saltarín de risa esquizofrénica que aventura sensaciones.
A ese personajillo que te introduce a un mundo lleno de altibajos. Sí, has leído bien, Altibajos. ¡Basta ya de estar plano!. Basta ya de encontrarme con gente que murieron con 30 y lo enterrarán con 90. Planos, lisos, sin matices ni ilusiones. Solo con su caminito bien definido, con su nombre, su escudo del Betis, su medalla de la esperanza de Triana y otro montón de sin sentidos bien definidos nada más nacer.
Dicen ser libres sin  nunca preguntarse nada. Dicen ser libres sin nunca antes atreverse a soñar.

Somos básicamente un conjunto de alimañas oportunistas repletos de dogmas aceptados socialmente en un contexto autodestructivo.

Yo me quedo en Nunca jamás. Me quedo con mi ansiedad, con mis demonios, con mis torturas mentales. Todo es la cara B de mis sueños, mis alegrías, mis caminos a Lothlórien, mis conversaciones con Tom Bombadil, mis viajes en busca del tesoro de Willy el tuerto. Yo me quedo con mi sensación de vacío, con mi dolor existencial, con mis crisis de fe, mi sensación de soledad entre mucha gente. Todo es la cara B de mis viajes a Felicitinalandia, a rascar en el almita de mucha buena gente, soñadora que aún queda en estos lares. Es la cara B de un abrazo de los de verdad, de un sueño del que te despiertas llorando de alegría. Yo asumo el precio a pagar por no estar plano, asumo la onda seno en todo su abanico de frecuencias. Para ti la recta constante paralela al eje X. Sigue seguro en tu zona de confort emocional. Moriste con 30, te enterraran dentro de 60. Sigue en ese mundo de salvajes estructurados en un sin sentido vital. Yo, me quedo en Nunca jamás. Yo seguiré persiguiendo al conejo blanco. Yo seguiré soñando con tesoros escondidos y princesas en castillos.

Somos básicamente un conjunto de alimañas oportunistas repletos de dogmas aceptados socialmente en un contexto autodestructivo.

Yo me quedo amarrado a ese diente de león que se desvanece con el viento. Yo asumo lo efímero de su esencia. Yo me quedo con la sonrisa de la Gioconda, misteriosa e inquietante. Me quedo con un mundo de piratas, con un mar cambiante y poderoso que nos amarra con el mundo. Me quedo con la inmensa seriedad que tienen los niños cuando juegan, con las caricias de un abuelo, aunque sepa que pronto fallecerá.

Pero no pasa nada, tú sigue en tu oleada borreguil. Sigue plano, sin vaivenes. Maravilloso trabajo asegurado y  muebles del Ikea. Disfruta de ese atasco, tú ya decidiste. yo  iré por el carril bici en busca del conejo blanco. A ver quien veo, a ver que siento.

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lunes, 2 de noviembre de 2015

Capítulo 12: "En el mundo de las sirenas"

En el mundo de las sirenas el desasosiego es un paradigma desconocido.
En el mundo de las sirenas la fantasía es el aire, la tierra el agua, la prisa la calma.
En el mundo de las sirenas el tiempo se mide en oleajes, la dirección en horizontes.
En el mundo de las sirenas el pasado no consta en el presente, el futuro no existe.
En el mundo de las sirenas el viento es el alimento.
En el mundo de las sirenas tus notas desparramadas en la papelera del estudio son el combustible para la vida.
En el mundo de las sirenas tus ilusiones son sus habitantes, tus penas sus vacíos.
En el mundo de las sirenas...

Raúl contempla la fuerza del mar desatada contra los cubículos naturales del arrecife. Ana y Fran lo esperan en el mirador. Solo Raúl esta tan loco como para aproximarse a probar la temperatura del agua en una tarde, de viento descontrolado, como aquella.

La mirada de Raúl intenta abarcar la mayor extensión posible de un sopetón. El alma se le para. En ese  momento nada importa. Nada, absolutamente NADA. Solo el mar, un millar de sirenas escondidas de ojos curiosos y cinco peñascos en el horizonte. El aire sacude el torso de Raúl, le infla los pulmones y algo mas ahí dentro. El aire invade una parte de Raúl más allá de su sistema respiratorio. El aire nutre a Raúl de una energía ancestral que hace toma de tierra con el mundo.

Dicen que con el pasar de los años el hombre se ha encargado de transformar el mundo para adecuarlo a sus necesidades. El problema es que esas necesidades no son tales, y al modificar la Tierra nos alejamos de ella. Este razonamiento invade a Raúl mientras contempla el poder del mar. Si no, por qué será que cada vez que me acerco a la naturaleza mi paz se acentúa y mi felicidad le da la mano para que caminen juntas. Juntas avanzando hacia el destino de trasmitir esa felicidad a cuantos me rodean.

El arrecife sonríe a Raúl con esa sonrisa que ilumina el alma. Con esa sonrisa que detiene conversaciones. Con esa sonrisa que posee la joven a la que amas. Con esa sonrisa que te regala desinteresadamente un niño desconocido agarrado a la mano de su mamá,  mientras esperas la cola del supermercado. Esa sonrisa que ilumina el bar cuando Ana aparece por la entrada cada jueves con sus labios tintados en rojo. Esa sonrisa que solo tiene ella, esa alma alegre a la par que perturbadora que te hace olvidar los desastres de tu vida, que te hace centrarte en el presente y dejar de tragar alcohol, para poder saborear mejor sus labios arqueados, sin ni siquiera tocarlos.

Esa sonrisa está en el arrecife, impregnando a Raúl. Quizás sean las sirenas desde su escondrijo secreto, preparadas para cautivar al joven soñador. O quizás la violencia del viento está empezando a enloquecer a Raúl y confunde al arrecife con ella. Con esa noche en aquella habitación donde lo húmedo no era el mar, donde el viento no era lo que zarandeaba su corazón, donde la sonrisa no venía de sirenas sino de ella.

El arrecife sonríe descarado advirtiendo a Raúl de que se acerca a la esencia plena.

- Vamos Raúl, que te vas a quedar "to trincao" tanto mirar a las olas.
Fran avisa a su amigo para que vayan camino de vuelta. 

Solo unos instantes con la sonrisa del mar han bastado para anestesiar los demonios de Raúl. A Raúl nunca se le ve preocupado, nunca triste. Quizás ese sea su secreto, alimentar su alma de vez en cuando para obtener el fuel necesario para su misión vital: regalar retazos de felicidad a cuantos le rodean. Quizás su secreto esté en buscar un estado de limerencia cercano a la locura y enfocado a todas las actividades de su vida, a su pulso vital, a su compás a contratiempo que se aleja de un mundo sistematizado y algorítmico.


El tiempo de Raúl ya no se mide en horas y minutos, ya no en días ni en meses. El tiempo de Raúl se mide en los espacios que hay entre una y otra aventura. El tiempo de Raúl se mide en el número de partidas de rol en vivo que ha jugado. El tiempo de Raúl se mide en los besos por los que ha naufragado. El tiempo de Raúl se mide en el número de veces en el que sus sentimientos evaluados en su corteza prefrontal hace que su energía aumente por la cantidad de dopamina segregada. Su tiempo es aquello que trascurre entre sonrisas iluminadoras que recibe de seres de fantasía traídos a su mundo y que últimamente vienen vestidas de rojo y huelen a perfume de mujer. 

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miércoles, 7 de octubre de 2015

Capítulo 11: "21 gramos"

Numerosos experimentos indican que el alma humana pesa 21 gramos exactamente. Científicos y médicos interesados en el tema, pesaban a pacientes moribundos antes del fallecimiento y justo después de que se transformara en finado. La diferencia de peso era siempre de 21 gramos. Da que pensar. Algunos achacan esos 21 gramos a proceso neuronales que provocan un campo electromagnético que en consecuencia produce cierta masa. Tras la muerte cerebral del paciente (muerte clínica bajo muchos baremos) ese campo deja de funcionar y en consecuencia, desaparecen esos 21 gramos. Pero esa hipótesis es solo eso, un hipótesis. Algunos nos decantamos por el simple hecho de que existe una pérdida de masa tras la muerte, y que a esa masa le podemos llamar X, o tal vez Alma.

Vamos!, una más, ya casi  has terminado.
Vamos! empuja, si no puedes tú, nadie va a hacerlo por ti.
El alma de Fran parece hablarle desde el país de Nunca jamás.

Los músculos del hombro y pecho de Fran se tensan. Las mancuernas bambalean a ritmo de vals. Un movimiento oscilatorio armónico simple hace redirigir la estructura neuromuscular de Fran mientras torea ese par de mancuernas de 45 kilos. el banco plano no miente, no deja dudas. Las personas te pueden fallar, pero dos mancuernas de 45 son SIEMPRE dos mancuernas de 45.

Se establece una relación sincera entre las mancuernas y Fran. Ellas saben el poder que tienen, en lo que te pueden convertir, en lo que te pueden destrozar. Fran las sostiene encima de sus cuadriceps, se dispone a hacer press mancuerna en plano. El primer paso es el más difícil, tumbarse y subirlas hasta arriba. Mucho puede fallar, si el hombro falla, tu cara es víctima de un mancuernazo, olvídate de nariz y paletas. Si sufres una distensión muscular, tu pecho se desgarrará dejando una bonita cicatriz.
No pasa nada, le susurra esos 21 gramos a Fran desde a dentro. Tú puedes con todo, si no puedes con esto, ¿cómo pretendes poder con el peso de tu vida?

Fran las aprieta fuerte, se  mira al espejo. Una gota de sudor le recorre la frente. Yo puedo con todo, soy una hoja al viento,  nada me puede parar. Pega un empujón se tumba acompañando a las mancuernas con las rodillas. Ya están arriba. Lo peor ha pasado, ya es mío. Nada me puede parar. El alma de Fran se acelera. Esos 21 gramos pueden con los otros 4500 gramos en cada mano. Tiras desde dentro, empujas desde todo tu ser.

Abajo.

Arriba.

Una repetición. Ya es mío. Puedo con esto y con todo lo que me echen. Las venas del hombro sobresalen saludando al techo. La cabeza de Fran se enciende en rojo. La adrenalina se dispara. Un pico de insulina circula por su sistema.
Mis brazos son dos hachas. Dos barriles en llamas a punto de explotar.
Nada me puede parar, le repite reiteradamente esos 21 gramos.
Sube y baja el lastre 2 veces más. Después de eso Fran se vacía. Dos mancuernazos al suelo.
Resopla, coge aire, bebe algo de agua. Te lo has ganado, eres un puto animal, nada te puede parar. El alma de Fran le susurra... Ya pasó, ya lo has conseguido. No tienes que demostrarle a nadie nada más, solo a ti mismo. Ni siquiera a ese insolente ciclado que te mira de reojo. A ese que se mira al espejo 15 veces antes de hacer un ejercicio. A ese que no sabe que tú no lo haces por tener un físico apolíneo, si no por curar tu alma. Ese que no sabe que para curarte por dentro, la única herramienta que tienes es intentar curarte por fuera y esperar a que algo llegue a través del pecho. Tú ponte fuerte por fuera, algo llegará hasta esos 21 gramos.

Muchos te critican. No entienden que esta terapia es lo único que conoces. El poder del acero lo llaman. Es fácil amar a un chico fitness que imparte clases de zumba. Pero solo algunos están preparados para amar al acero, a los 45 kilos que nunca mienten. Solo algunos están preparados para amar el caos y la decadencia.




NO PAIN NO GAIN

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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Capítulo 10: "Tetas, Prozac y el ApagaLuces"

Fran recorría un mar de sensaciones mientras paseaba por la Macarena, una mañana fría de primavera en la que se aventuró a echar currículums en papel empresa por empresa.

Junto a la puerta de un banco se cruzó con un "sin hogar" fabricando artesanía con sus manos. Unos coquetos avioncitos hechos de latas de refresco circundaban a Prudencio, que así se hacía llamar este artesano de la calle. Fran se acercó, le dejó 50 céntimos y se aventuró a hablar con él. Las manos de Prudencio encalladas como solo los hombres de antaño conocen, manejaban grácilmente una tijera con el mango roto.

- ¡Buenos días! Lindos avioncitos.

- ¡Buenos días muchacho!. Sí, son guapos. Hasta las hélices funcionan. ¡Jejejeje!

- Mi nombre es Fran, encantado.

- Yo soy Prudencio. Siéntate Fran, que te veo con cara de col pachucha. ¿Qué te pasa hombre? Un joven con tanta energía no tiene derecho a estar con un semblante triste. ¡Jejejeje! si quieres estar triste te tienes que meter a pobre como yo ¡Jajajajaja!

- ¡Jejejeje! No me pasa nada Prudencio solo que llevo una temporadilla desmotivado con todo en general. Pero ya voy "parriba".

- Bueno tú mismo muchacho. ¿Me dejas darte un consejo?

- Por supuesto, es lo mejor que puedo escuchar en un día como hoy.

Las arrugas del rostro del "sin techo" se marcaban en un intrincado mundo de sombras y reflejos. La luz de su mirada reflejada demasiado vivido. Demasiado vívido para una persona sola, en una sola vida.

- Verás, siempre me han dicho que soy medio brujo, porque puedo leer en los ojos de los demás los reflejos de su alma. Y en ti veo una pesadez innecesaria. Yo no quiero saber de tu vida hasta el momento. Aunque sí me gustaría encarrilarla desde hoy hasta que te vayas para no volver.

- Interesante Prudencio. Dispara.

- El secreto está en que cuando morís, del otro lado no hay ni cervezas ni tetas, así que empieza desde hoy.

- Jajajajajaja. Me gusta como piensas. Ahora vuelvo, un segundo.

Fran se acercó a una tiendecita de al lado. Al regreso para ver a Prudencio, le acompañaba un litro de Cruzcampo frío.

- Bueno Prudencio voy a seguir tu consejo. Las tetas intentaré buscarlas este viernes, de momento compartamos la cerveza. ¡Jajajajaja!

- ¡Jajajajaja! Maravilloso Fran. Aunque siento no poder acompañarte. Hace mucho que no bebo. Pero yo te acompaño con mi gasolina.

Prudencio sacó de una mochila sucia una botella con lo que parecía agua con algún tipo de infusión. Los dos sentados bebían a las 11:30 de la mañana. Los roles sociales parecían cambiados. El "sin hogar" bebía una infusión y estaba feliz y el joven bebía cerveza y parecía triste. Aunque eso a Fran no le importaba. Parecía muy interesado en escuchar a Prudencio.

- A ver hijo. Hubo un tiempo en el que pasé mucho tiempo con un pesar parecido al que veo en tus ojos. Antes de que pases por todo el proceso, te voy a dar algunos atajos por si te ayudan.

- Mis oídos son tuyos.

- Toda mi vida he sido mecánico de máquinas industriales. Llevaba una línea de producción. Nunca estudié, pero era especialistas en mis máquinas. Las conocía mejor que a mí mismo. Cada detalle, cada troquel, cada cadena, cada engranaje.

Todas esas máquinas tenían una bombilla roja encima. Cuando algo iba mal, la luz se encendía. Señal inequívoca de que alguna avería ocurría. En esos casos, me enfundaba mis guantes y me disponía a acariciar a una de esas preciosidades para que volvieran a trillar, taladrar, empacar o fresar alguna pieza. En pocas horas la avería quedaba resuelta y la luz de emergencia se apagaba. Los ingenieros de la fábrica me menospreciaban por mi falta de estudios y me decían el ApagaLuces. Aunque bien sabían que el ApagaLuces les salvaba el culo en más de una ocasión a esos tontos con letra, engreídos y sin respeto por la mano obrera.

En esos años, tras un accidente de tráfico, mi mujer y mi única hija fallecieron. Fue la primera vez, que no la única, que aprendí lo violenta y no negociable que es la muerte.
El dolor vino a mí como cuando una ola te rompe en la cara. Tomaba Prozac a garrafas. Los aderezaba con vino barato y no tardé en perder mi trabajo y la ilusión por ver el sol. El dolor te lleva al sótano 4 de la oscuridad. Pero allá en lo profundo a veces hay ventanitas. Aunque estas, las descubrí mas tarde.

Como consecuencia de mi estado, me vi en la calle. Aunque la historia es más larga y compleja, eso ahora no trasciende. La cuestión es que empecé a prepararme para la muerte. Sabía que en cuanto aunara fuerzas me iría al otro lado a buscarlas a las dos. Así, pensé... bueno ya que me voy a quitar la vida de aquí a poco, porque no intentar dejar este mundo un poquito mejor de como lo encontré.

Empecé a ayudar a todos los que podía. Iba a los comedores sociales y repartía mis mantas y comida entre otros compañeros de la calle. Apenas comía, pasaba frío, pero eso no importaba. El camino para prepararme para la muerte empezaba a surgir.

Conocí a muchos. Escribía poemas para niños enfermos de los hospitales del centro. ayudaba a dos ancianos a hacer las compras de la semana y se las llevaba a sus casas. Siempre me querían pagar, pero yo les decía que la limosna de la semana me la guardaran en un bote. Cada mes me daban el bote. Con el dinero recaudado compraba cupones y loterías y las regalaba a cada pareja de enamorados que veía por Triana. Cada mañana, barría el suelo de los alrededores del banco donde dormía. Daba cariño a los perros callejeros y echaba trozos de pan a las palomas. Contaba chistes a los barrenderos más serios para que su mañana se iluminara.

Poco a poco todos en el barrio me conocían por el ApagaLuces. Descubrí que existen muchas más luces rojas que apagar en las calles que en las máquinas de mi antigua fábrica.

Lo curioso de todo esto, es que mientras me iba preparando para la muerte, fui recobrando la ilusión por quedarme aquí y esperar paciente a que me toque ir del otro lado, en el que ya te he adelantado que no hay ni cervezas ni tetas. ¡Jejejejeje!

Por lo que sin saberlo al intentar prepararme para la muerte, realmente me estaba preparando para la vida. Mi día a día mejoró. Dejé de tomar antidepresivos, dejé el alcohol y decidí convertirme en el ApagaLuces de mi entorno, mientras pudiera. Ahora vivo feliz con mis miserias. Ya que por dentro me siento muy rico. He encontrado mi camino. Intento que todo el que me escuche encuentre el suyo. Porque la verdadera desgracia de este mundo es que hay muchos que teniendo de todo no se tienen a ellos mismos.

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Hoy Fran tú eres mi bombilla roja. Espero haberla apagado.


jueves, 20 de agosto de 2015

Capítulo 9: "La habitación"

No hay nadie más en la casa, solo ella y tú, pero sin embargo habláis bajito. Incluso cuando salís a la calle seguís hablando bajito por unos segundos. Hasta que ella te dice "ya podemos hablar normal" y reís como cuando pequeños.

Es como si quisierais acariciar con todo vuestro ser. Con tanto, que hasta necesitáis acariciar también con las palabras. Un "¿cómo estás chica?" después de hacer el amor, no suena igual si no se susurra. Has de acariciar el alma con las palabras.

Dicen que las palabras crean realidades al ser pronunciadas. Y la realidad que quieres hacer patente en ese momento es una caricia al corazón.

"Guaaaauu... no quiero que este momento se acabe nunca." Susurra Ana al oído de Raúl. Ana lo abraza por debajo de las costillas y lo aprieta fuerte.

El ecosistema de la habitación está formado por la cama de la compañera de piso de Ana. Una botella de vino a medias, tres velas, un barrita de incienso ya acabada, un espejo sobre una vieja cómoda y un póster de la película El club de la lucha. La habitación huele al amor derrochado durante toda una noche. Una noche de sexo, caricias, charlas al oído, risas, masajes, besos y abrazos. Sobre todo besos y abrazos.

La compañera de piso de Ana estaba de viaje. Cuando Raúl y Ana subieron al piso, Ana decidió utilizar la habitación de su amiga, ya que tiene una cama de 1,60 del Ikea. La cama de Ana es individual. Tampoco le importaría mucho a su compañera. Igual ni se lo cuenta.
Tras una noche y parte de la mañana, la habitación se convierte en el mundo de ambos. No necesitan más nada de allí afuera. De hecho, ansían que no exista nada más. Solo ellos dos y la habitación. Bueno, ellos dos, la habitación, las señales de los mordiscos de Ana en el trapecio de Raúl y el sudor en las sabanas.

Tan solo una pequeña pausa para ir al servicio y traer algo de agua y a seguir viendo el amanecer abrazados, por si al levantarse todo se acaba. Al fin y al cabo son nada más que amigos. Igual después hay una charla de las de "...en verdad no ha sido buena idea.." , "...no quiero que nuestra amistad se vea afectada..." o "...ha sido increíblemente mágico, pero no quiero que los sentimientos empiecen a estropearlo todo...". Por ende abrazan ese momento sin plantearse mucho más. Lo de después ya llegará si cabe.

La tarde anterior Raúl acudió a la casa de Ana. Ana Había preparado una cena de viernes aprovechando que tenía el piso para ella sola. Invitó a algunos amigos, entre ellos a Raúl y Fran. Fran no acudió. Su escusa fue que estaba en la cama demasiado relajado por los calmantes. Según planteaba, se tomó un par de Diazepam de 5 mg porque tenía una fuerte contractura en la espalda fruto de su entrenamiento. Aunque sus amigos sabían que probablemente no serían dos píldoras de 5 mg, más bien dos de 10 mg y un vaso de whisky con objeto de apaliar su ansiedad esporádica y no como remedio a un problema muscular. De igual forma respetaron su momento y no insistieron en que fuera a la fiesta. Durante el fin de semana Ana sabía que le tocaba visitar a Fran y sacarlo de la cama. Pero esta noche era demasiado tarde. Si Fran usaba la escusa de la contractura, significaba que los calmantes ya habían hecho efecto. Ya debía estar en la cama drogado, escuchando a Ludovico mientras meditaba y se quedaba dormido por doce horas.

Después de la cena, Ana ofreció a sus invitados un postre con nata y fresas. A Raúl, le puso una fresa de más. Parecía que el postre auguraba algo más. El postre ya decía: para ti Raúl  te pongo una fresa más, por algo será.

Tras una sobremesa distendida con charlas metafisico-sociales, el grupo se dispuso a quemar la noche sevillana. El aroma a azahar atesoraba el ambiente. Los bares de la alameda ofrecieron un paradigma ideal para beber, reír y sentir.

A la salida de uno de los barecillos preferidos por Ana, Raúl le cogió la mano como solía hacer con todas sus amigas a modo de caballerosidad. Pero en ese momento Raúl percibió algo distinto. Una leve caricia entre sus dedos emergía de Ana. Esa caricia decía más que toda la enciclopedia británica.

A la entrada del siguiente bar, no se pudo aguantar más. Abrazó a Ana por la cintura y la besó. Sus labios se saludaban en señal de consentimiento mutuo. Parecía que una olla en ebullición empezaba a calmar sus aguas. Las burbujitas dejaron de crepitar, el agua ya en calma, el vapor ya en el techo. Por fin me quitaron la tapa y apagaron el fuego.

El beso se extendió por más de 5 minutos. Hacía tiempo que Ana no besaba tanto rato, ni con tantas ganas. Una pequeña pausa. se miran a los ojos, se ríen. Esto no puede ser, piensan. Pero es. Y es bien rico.

El beso dio paso al resguardo en el hogar de Ana. A una noche y una mañana en una habitación prestada sin saberlo. A una habitación que sostiene a dos almas que se abrazan al amanecer. A dos almas desnudas que se miran en el espejo de la vieja cómoda. Y que piensan "Pues no quedamos nada mal juntos".

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miércoles, 12 de agosto de 2015

Capítulo 8: "Ana"

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.

Ana consigue congelar el tiempo cuando anda.
Ana aromatiza la sala allá donde va. No suele  usar perfume, pero su pelo huele a coco. Su risa inciensa a gominolas, de esas de cuando pequeño. ¿Te acuerdas cuando comprabas 20 duros de gomitas en el quiosco y olías la bolsa nada más cazarla del quiosquero? Así huele Ana.
Así exhala su boca, su cuello. Hasta su mirada huele a chucherías.
Ana no suda, segrega felicidad, porque tiene demasiada acumulada y por algún lado tiene que rebosar.
Cuando sale de fiesta, Ana es una tormenta en la noche.La mirada de Ana es un huracán que te taladra desde el pecho hasta detrás de los riñones.
Ana es medio litro de Nestea con hielo y una rodaja de limón en una mañana de resaca. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.

Ana es el estribillo de tu canción.
Ana es el armónico de tu guitarra ESP Alexi Laiho signature recién afinada, que hace que tiemble el puente, que se doble el mástil, para sacarte esa energía desde dentro.
Ana es el plato preferido de tu batería. Más aún, es el sustain de ese plato, un crash-ride de 18 pulgadas, que se mantiene en el tiempo con ese sonido cálido y abrazable y escuchado en "slow motion"; y que puedes sentir como se deforma gracilmente para después volver a su estado normal.
Ana es una gota en un estanque sereno.
Ana es el cogollo central de la planta que llevas 7 meses mimando.
Ana es el primer sorbo de café a la mañana.
Ana es un mate con agua a 80º, justo antes de que hierva, con yerba humedecida con un poco de agua natural.
Ana es la última calada que respiras profundo antes de acostarte. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos. 

Ana tiene una melena azabache que danza a su paso.
Ana Tiene una cicatriz en su hipnótico labio superior, fruto de una pelea en el instituto, que luce con sarcasmo y orgullo. Muy lejos de acomplejarla, adorna su marca con estilo y personalidad. Ana siempre dice "Muestra tus muñones, son parte de ti. No los escondas para encajar mejor, haz que el mundo encaje con ellos. Tus marcas son bonitas. Los jarrones chinos se restauran con oro y plata para realzar sus roturas, en vez de esconderlas, son dignas de superación. Hay que mostrarlas con orgullo"
Ana se pinta los labios de rojo. Se sombrea los ojos de negro.
Ana se encaja un vestido sueltecito. Un vestido negro con escote, sin mangas, que la abraza hasta una cuarta por encima de las rodillas.
La columna de Ana está tatuada con una enredadera que le asoma por el cuello.
Ana esgrime pulseras hechas con semillas. Adornan sus muñecas y tobillos y "repampanean" en su caminar.
Ana tiene unos huequitos en sus caderas que hace temblar a todo aquel que se arriesgue a mirarlos.
Ana es de libido sensible. No es una golfa, solo sabe lo que quiere y como lo quiere y no se acompleja por el que dirán.
 
Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.

Ana es el atardecer en las playas de Conil.
Es el primer buche de una cerveza helada después de 4 horas paleando al lado de una hormigonera bajo un sol torturador.
Ana te regala una hermosa sonrisa. Te contagia. tú sonríes, y cuando tú sonríes el mundo sonríe contigo.
Ana te coge del brazo y te saca de esa pelea que sabe que está a punto de suceder. Y después te golpea ella. Pero su tortazo te abriga y enseña más que los cuatro botellazos que te acaba de ahorrar de un mastuerzo borracho. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos. 

Ana sabe escuchar. Nadie sabe escuchar como ella. Cuando tú estás mal, buscas a Ana. Ella te dice "Imagínate con 90 años al lado de tu chimenea, sereno, echando la vista atrás y te ves ahora con 30 dándole vueltas a la cabeza por nimiedades ¿cómo te sentirías?"
Ana es la calma que necesitas cuando tu alma se desestabiliza. Es el empujón que necesitas cuando te paras. El frescor cuando sudas, el abrigo cuando tiemblas.
Ana te da un abrazo de los de verdad cuando lo necesitas y no duda en solicitarte uno si es ella la atormentada.
Ana es ese sentir que nos hace lagrimear como una niña. Ese sentir que nos saca una carcajada que nos parte los riñones. Ese sentir que nos hincha como un pez globo.
Esa es Ana. 

Ana es otra tú y otra yo, pero mejor que ambos.


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miércoles, 5 de agosto de 2015

Capítulo 7: "La fiesta"


- ¿Y si nada más llegar la gente, lo primero que ve es un maravilloso árbol que da litros de cerveza fresquitos?
- Ostía! eso sería brutal!. Pero veo un problema Raúl.
-Dispara.
- ¿Cómo ponemos los litros colgados del árbol para que parezca que el árbol los da cual manzanas?
- Colgados con cuerdecitas.
- Ya, pero pesan mucho. Pueden tronchar las ramitas.
- Jummmm. Cierto... Ya está!, va a ser un árbol de botellines fresquitos.
- Eso sí. Qué maravilla!
- Sí, hay que enfriarlos bien y poner unos cuantos para recibir a la gente. Llegan pillan el suyo y a beber.

Raúl cumpliría 30 el próximo Viernes. Y la quería liar bien grande. Organizar algo que todos recordaran. Que se clavara en los sueños de todos. Que esos 30 años se inmortalicen como los lanzazos de los espartanos. Que se parta el tiempo y el espacio y solo quepa respirar felicitina a garrafas.

Si de por sí, Raúl tiene la capacidad de convertir en leyenda cualquier reunión casual, sus fiestas eran apoteósicas. Se le ocurrían cosas relocas y mágicas que solo una mente, fruto de la combinación de un niño sueñerino con la de un esquizofrénico harto de LSD, puede maquinar.

Sus fiestas normalmente se realizaba en la residencia de sus padres, que todos conocían como "La parcela". Un lugar que invitaba a recordar paisajes del bosque de Lothlórien de "El señor de los anillos". Nada malo podía ocurrir en ese lugar. Árboles frutales, césped, enredaderas por los muros, infinidad de rosales y macetas y por supuesto alguna que otra planta de marihuana de la cosecha de Abril. Una pajarera de madera con asientos "chill out" para relajarse. Bancos de madera cuyo interior sirven de toalleros. Un juego de altavoces tamaño ve-preparando-los-oídos-y-el-retumbar-en-el-pecho. Un pequeño huerto con tomates y lechugas. Una piscina con focos y una escalera curva donde Raúl había enamorado a más de una. Un cobertizo con un techo forrado de tejas de color rojo sangre, donde Raúl solía subir de noche como los gatos, a observar las estrellas y fumar. Estos eran los trocitos de felicidad que componían el entorno de las fiestas, entre otros rinconcitos únicos que daban encanto a la residencia.

Raúl mandaba invitaciones ingeniosas en papel envejecido con café, con los bordes quemados, por correo ordinario a cada participante. Las sellaba con cera roja caliente. Incluía una imagen abstracta de una mujer alcanzando la luna, o la de una gota de agua sobre el cristal de una jarra de cerveza. Preparaba un "setlist" de música que él mismo categorizaba como "música de buen-rollismo" (normalmente Reggae, Ragga, Metal melódico y Funk). Colocaba monitores por los muros para visualizar los videoclips. Sembraba la entrada a la fiesta con antorchas encendidas. Apuntalaba carteles con mensajes de ensueño y fantasía, del estilo : "Tierra a la vista, el tesoro está cerca" o "Del devenir de los sentidos y el quehacer de la esquina inferior izquierda del interior del muslo de tu dama"

El tan apreciado día por todos los amigos de Raúl llegó. La triada Raúl, Fran y Ana llegaron 3 horas antes para preparar el escenario. Sobre las 23:00 empezaron a llegar el resto de los invitados, 23 en total.

Nada más llegar, La parcela te recibe con el olor a la dama de noche que se encuentra en la entrada. La fragancia augura maravillas en la oscuridad. El camino se ilumina por el bambaleo de las antorchas; el fuego te recuerda a lo más visceral de la tierra. Conforme avanzas el retumbar de los subgraves te hace palpitar al ritmo de Skindred. Suena Nobody: "..music we make to make the crowd jump up..." la noche se pone interesante. Al fondo dos focos en la arena llaman la atención. Apuntan hacia lo que parece ser un naranjo, pero....pero...no tiene naranjas, sino botellines de cerveza colgados listos para beber. "Este Raúl, puto loco" piensas sin parar con una sonrisa que te da la vuelta y se abrocha en la nuca. La piscina resplandece en la noche, el alcohol va y viene. Las niñas se han puesto sus mejores galas, se han pintado con ese estilo hippie-alternativo-arreglado que enamora a Raúl. Los chicos danzan con vaqueros desgastados con cadenas sustentadas en el cinturón y un halo de humo a su alrededor.

Esa noche Raúl está especialmente atractivo o eso es lo que piensa Ana.
Con el devenir de las cervezas y la magia de las conversaciones de la noche, empieza a despertar algo en el interior de Ana que nunca antes había sentido. Se fija en Raúl de forma distinta, su amigo de siempre empezaba a situarse en una delgada línea del follamigo interesante. "No, no puede ser" se dice a sí misma. Mientras otra vocecilla en su cabeza le confiesa "sí sí, pero tú hoy te lo calzarías sin dudarlo".

De cara a la galería, eso se traduce en efectos psicosomáticos del siguiente orden: leve temblor en sus rodillas, miradas punzantes a Raúl mientras se muerde el labio inferior inconscientemente y cierta humedad inesperada en el fruto de su intimidad.
De repente se siente algo sofocada, se levanta y va a por otra cerveza.
Raúl percibe ciertas señales (es parte de sus habilidades chamánicas que su vida de pirata le ha ofrecido) Cuando Ana regresa, decide ponerla a prueba, rozando la frontera de la amistad.

- Ana, si pudieras elegir a cualquiera de tus amigos para acostarte con él, ¿con cuál te acostarías? Y no vale decirme a mí solo porque es mi cumpleaños.
- Y esa pregunta so pirata?!!! No existe ninguna respuesta adecuada para esa pregunta. Es una pregunta trampa.

Pero Raúl consiguió lo que quería. El lenguaje no verbal aclaró sus dudas. Ana respondía dando un capotazo muy elegante, pero su rostro se sonrojó levemente. Raúl conoce bien a Ana y sabe que no se sonroja con facilidad, ergo.....acaba de percibir que "le pone" de manera especial. "Interesante" piensa el cumpleañero, aunque no va a seguir apretando, al menos hoy no.

El final de la noche se aproxima. Alguna que otra pareja improvisada de la noche retoza en la piscina. Dos excedidos de la rubia burbujeante vomitan en la arena. La música ha parado pero se escucha una cancioncilla recitada por un artista improvisado que cree tener buena voz "Ohh líquido infernal que te crías entre verdes matas! Que hasta al hombre más cabal haces andar a gatas..."

El cantante se acerca a Rául.

- Perdona una pregunta. ¿Cómo consigues que estas fiestas sean tan de puta madre?
- Por la energía hermano.
- ¿Qué dices de la energía?
Raúl saborea el último sorbo de cerveza que deja víctima a su undécimo botellín. El árbol de botellines ya solo es un árbol desflorado.
- A ver. Normalmente cuando vamos a beber una cerveza lo pasamos bien. ¿verdad?
- Sí tío. La cerveza mola.
- Error. La cerveza no mola tanto. Lo que realmente te hace feliz es la energía que se desprende cuando dices "vamos a tomar una cerveza". Realmente lo que estás diciendo es "vamos a relajarnos un rato, desconectar, hablar sobre cosas agradables, escuchar música, coquetear, intimar, desinhibirnos, etc" ¿Comprendes?
- Creo que lo voy pillando.
- A la gente no les relaja fumar. Les relaja pensar que fumar relaja y fumar en consecuencia. Respirar profundo, descansar 5 minutos. Hacer el break. Pues con las fiestas es lo mismo. De nada sirve ponerse hasta las manillas de birras. O al menos no solo eso. Lo importante es la expectación, previa y la que se crea en sinergia durante el evento. Cuando una mujer se maquilla o tú te pones tu mejor camisa, no os estáis solo acicalando sin más. Estáis diciendo ahora es un puto momento especial en mi vida, mira, ¿me veis? voy guapa ehm. Eso es lo que hay. Piso el suelo y el mundo tiembla. Mira mi camisa, hoy irradio luz. ¿Vas pillando?
En los eventos la gracia es la misma. Yo no intento solo decirte "ven a mi casa, bebemos y escuchamos música" no, no y no. Yo os quiero decir: "sal de tu puta rutina, deja los mamoneos que  tengas atrás. Hoy se para el mundo. Hoy es un día mágico. Hoy eres Aquiles en Troya (sin premio mamona) Hoy las estrellas se alinean para que tú seas el protagonista. Siente de verdad, sin complejos. Coquetea. Siéntete único o única. Hoy eres preciosa aunque normalmente tengas complejos. Hoy es el día D a la hora H. No existe nada que merezca la pena que no ocurra aquí. Imagina cosas que normalmente no ves, porque en el fondo sabes que todo en la vida va a salir bien. Que te tiemble el alma como cuando ves a tu grupo preferido en directo. Enamórate de la noche como lo hiciste de esa niña a los dieciséis"

[La vena del cuello de Raúl se hincha y sus pupilas se dilatan por la exaltación]

 Yo os quiero decir: "Si existe algún propósito en la vida, es que esta noche estés aquí y sientas y vivas esto. Otro día no, HOY"
- Copón Raúl! El brebaje ese que sale de tu árbol te ha afectado al coco.
- Tú preguntaste hermano. Si no estás preparado para la respuesta....
- NO HAGAS LA PREGUNTA!!

Gritaron Ana, Fran y Raúl al unísono.

- Jajajajajajajajajajajajajaja.

Los cuatro rieron por más de dos horas o eso les pareció a ellos.

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jueves, 30 de julio de 2015

Capítulo 6: "Los cubos de mezcla se llenan hasta la mitad"

Ese domingo por la mañana la resaca apretaba.
Ese domingo a la mañana Fran calentó un poco de agua, medio limón exprimido para aderezar el vaso. El ibuprofeno le persigue. La cafetera perfumando la cocina con ese olor a grano tostado que solo el café consigue.
El dolor de cabeza achucha sin compasión. Patalea algo en el interior de la blanca muerte que actúa bajo presión.
Un poco de agua clara a la cara. Las polvorientas zapatillas de correr bien apretadas y a salir a la calle sin apenas morder. "Y si reviento que reviente", vagabundeaba su mente, pero hoy salgo a correr.
Las vetustas calles de Sevilla resplandecen a las 8 de la mañana. Conforme aumenta el ritmo cardiaco de Fran, suda bourbon que otrora bebiera con Ana.
De repente un "sinHogar" se tambalea en medio de la calle, su cabeza aterriza en el bordillo. Fran se apresura a ayudar con algo más que un bocadillo.
Emana sangre por la testa del despelucado. Fran se quita la sudadera y tapona la herida, trasciende el ser educado. Después de hora y media y la intervención del equipo de urgencias, Fran conversa con el ya recuperado.
- Hola. Ya tienes mejor color ¿cómo te encuentras señor?
- Hola muchacho. Bien, esto solo ha sido otra cicatriz que tacho.
- ¿Tienes casa o familia que te espere?
- Ni lo uno ni lo otro, nadie que me atienda cuando me opere.
Esa mano que  tu siempre añoras.
Que roza tu piel en la noche.
Que manifiesta tu amor sin derroche.
Que te atrapa el alma sin demora.
No hijo, no tengo ese calor humano que te enamora.
Cada segundo mientras lloras,
buscas su olor sin reproche.
Calma tu pesar dándole broche.
Respiro a contratiempo a todas horas.
- Bueno, dejemos que las penas se las lleve el viento. Cuéntame cómo te llamas ahora que estás atento.
- Resulta, pasa y acontece que no recuerdo mi nombre por más que me esmero, puedes llamarme el señor de los senderos.
Cada día en mi vida es una aventura. Duermo en un banco, bajo las estrellas o allá donde me lleve la fortuna.
Cruzo los pasajes sin importarle a los demás. Salto, fumo y bebo. Siento, vivo y sueño sin más.
Navego en las vías de mi destino, soy como tú y como aquel pero más consciente de mi camino.
Trabajé en mil y un sitios aprendiendo. Divagué sin entrar en el engranaje sufriendo.
Huí de ser otro espantapájaros. Y si quieres que prosiga, ya se acaba la poesía y la rima.

- Ok. Continua por favor.
- Maravilloso. Pues como te decía, de todos los sitios en los que he estado he aprendido. Aprendido mucho. Y el secreto para aprender no es optar a estar con grandes sabios o esperar a que te ocurran grandes cosas. El secreto es cambiar la perspectiva con la que usualmente vemos el mundo. Disfrutar de cada detalle. Escuchar, sentir mucho y hablar poco.
Cuando trabajé en la construcción aprendí más que a poner losas en el suelo. Aprendí que los cubos de mezcla no se llenan hasta arriba. Si los llenas mucho son muy pesados y además el oficial no los puede manejar con la misma soltura. La primera vez que llené un cubo se lo llevé orgulloso a mi oficial, bien hasta arriba para demostrar mi fuerza y dedicación. El oficial lo tiró al suelo y dijo "este no vale, tráeme otro". Después de sudar mi cara de sorpresa, lo entendí. Los cubos de mezcla se llenan hasta la mitad, y se dan más viajes.
La vida es igual. No se puede llenar la mochila de la experiencia con demasiada carga. Hay que dar viajecitos y aprender poco a poco. Si no, la carga se hace pesada. Hay que disfrutar de cada palada, de cada saco, de cada buche, de cada beso.
Con las mujeres es lo mismo, no tengas prisas por arrancarle las bragas. Espera a que llegue, huele su pelo y llénate con su fragancia. Todo cuenta. cada gota de sangre de mi camisa tiene su porqué.
- Bueno hasta ahí no amigo. Tú tienes sangre porque te has caído, por ir bebido.
- Tengo sangre porque ayer bebí buche a buche y respiré en cada uno de ellos. La consecuencia es solo eso, una consecuencia. De ellas también se aprende y se asumen. Dicen que cuando pides que llueva tienes que aguantarte con el barro. Yo lo asumo. ¿lo haces tú?
La verdadera esencia de todo esto es la perspectiva, la forma en la que observas la vida. Desde dentro o desde fuera. Yo aprendí a ver la vida desde dentro. Me veo a mi y de ahí para afuera. Después de fuera para adentro con un feedback maravilloso.
Es la naturaleza humana hermano, fea y bella a la vez. Tú decides que lado mirar. De ti depende con qué te quedas.

Yo sigo soñando, sigo rozando el aire a mi paso y seguiré haciéndolo. Ya siempre lleno los cubos hasta la mitad.

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jueves, 23 de julio de 2015

Capítulo 5: "Alcanzar la luna"

- Voy persiguiendo a la luna.

Dijo la joven niña de trenzas alocadas.
Linda risa aquella de la inexperiencia,
sonrojadas mejillas moteadas de pecas,
mirada dulce, inocente, plagada de ilusión.
Un sinfín de aventuras inundan su mente,
calan en lo más hondo, allá donde lo malo no puede acercarse.
las conexiones neuronales entraman un andamiaje hacía la fantasía,
hacía el sentimiento puro, hacia la verdadera esencia que a veces se deteriora con la edad.
La ingenuidad de la infancia consigue elevar los sueños de forma natural, simple y directa, sin necesidad de ansioliticos ni otros fármacos del estilo.
La niña sonríe, la infinitud de su alegría expresada en una sonrisa, cautiva el alma del cuarentón empresario.

- Pero no puedes alcanzar a la luna pequeña, está muy alta.

Traje italiano, maletín desgastado,
un pequeño tatuaje que asoma en la muñeca, debajo de los gemelos de su camisa.
En la silueta del tatuaje se aprecia una fina cicatriz, a la altura de donde el reloj suele descansar. Oculto, para no recordar traumas pasados anclados a la sin razón.
Voz áspera, fruto de años de castigar su hígado y sus pulmones.
El experimentado de la vida se encuentra en calma, se pregunta si es fruto de los antidepresivos o de la sonrisa de la niña.

- Pues sí, voy persiguiendo a la luna y sé que la voy a alcanzar, solo necesito correr más deprisa.

La joven salta más y más alto.

- Algún día la alcanzaré y entonces te dejaré verla un ratito.

El señor mira hacia arriba y descubre que es lo más inteligente que se puede hacer en una noche como esta.
Nunca hay que menospreciar la inmensa seriedad que tienen los niños cuando juegan.
El humo del cigarrillo se desliza hasta emborronar la luna llena...


-¡Ves, ves, si el humo puede llegar, yo también podré!

Finalizó la niña con la mirada llena de felicidad.

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miércoles, 15 de julio de 2015

Capítulo 4: "La tejedora de estrellas"

Profunda y turbia. Pequeñas porciones burbujeantes de felicidad.
La espuma baja, la garganta se humedece.
La estrechez del alma se dilata así como los vasos ... Como esos vasos que dilatan los vasodilatadores. No de esos vasos que forman el paradigma de ella.
De ella.
De esa rubia o tostada que media entre la camarera y el desdichado.
Esa que separa un abismo de apenas un metro, en el que el servidor y el servido establecen un pacto entre iguales.
En el centro de la sala Raúl, Ana y Fran. Es tarde, la mayoría de los clientes se han ido ya. 
Ana preciosa como siempre. No muy arreglada, no le hacía falta. Solo ese maravilloso perfume que encandilaba el alma de Fran y de algún que otro más. Unos labios bien tatuados de rojo. Poco más, que eso. El pelo suelto reía como ella, se movía como ella, danzaba como ella.
Fran estrenaba zapatillas nuevas. Le fascinaban sus zapatillas. Aunque odiaba ir de compras, ir a la caza de unas buenas zapatillas que marquen estilo con su caminar era otra historia. La semana anterior lo consiguió. Unas Adidas negras con líneas rojas. Calzaba su nueva adquisición con orgullo. Al igual que su vieja camisa de cuadros verdes Kurtcobiana, que heredó de su hermano mayor y que lleva formando parte de su vestuario como una década ya.
Raúl destacaba con una camisa negra bien abrochada, que funcionaban como un potente display social, elegante a la par que underground-alternativo.
El barman cerró las puertas. Solo quedaron dentro los clientes vip. Los ceniceros aparecieron en la barra como por arte de magia."Cryin like a bitch" de Godsmack sonaba por los "speakers". El trascendental arte de liar marihuana empezaba a germinar en el interior de la sala, al unísono con la bajada de intensidad de la luz de ambiente.
En el centro, la triada iluminada por Raúl. En la periferia una parejita de 20 añeros y tres moteros que balbucean algo referente a la camaradería y a la esencia de la amistad, mientras engullen con facilidad litros de cerveza.
Los focos reflejan el ambiente lleno de humo. El estribillo comienza "...but I've told you one to many times you were cryin like a bitch..."
La espuma de la cerveza empieza a rozar el fondo del vaso. Raúl, Fran y Ana  festejan momentos de su niñez entre las cálidas maderas del bar. Recuerdan detalles curiosos y significativos que marcaron parte de su vida y que se ubican en su infancia.
El tema de conversación lo inició Raúl. Como no, una de sus entrañables ideas que trascienden la noche, que hacen que los vecinos de charla peguen la oreja a la conversación y paren de hablar de fútbol y política.
De  nuevo Raúl lo volvió a conseguir, todo el bar pendiente de ellos. El talismán del chamán, una sonrisa embaucadora y un tema de conversación profundo y genuino.
Después de que Fran comentara detalles de cómo robaba naranjas de pequeño -siempre las naranjas robadas están más ricas- bromeaba Fran; y cómo Ana la partió el labio al abusón de su clase cuando intentó bajarle la falda, llegó el turno de Raúl. El tono de Raúl se tornó solemne, e inició una maravillosa historia que le fue contada por su padre cuando Raúl apenas tenía 10 años. La historia se convirtió en leyenda. La leyenda se fundió con el humo, adornando las notas de vida de esa noche.
Rápidamente los oyentes se metieron en su mundo. Raúl consiguió que vivieran la historia en primera persona. Bueno lo consiguió Raúl, el THC, el alcohol y la música.

-         Que por qué no debes estar despierto hasta tan tarde
¿Nunca has oído la leyenda de la tejedora de estrellas?

-          No padre, yo solo quiero ir a jugar con el resto de mis amigos al bosque.

-          Y podrás pequeño, y podrás, pero no más tarde de la puesta de sol, y menos aún a tan altas horas de la noche.

-          Bueno pues ya que no me dejas, cuéntame esa historia del teje estrellas.

-          ¡Tejedora de estrellas!
Su nombre es Duermedela y más te vale no tergiversar el nombre de una diosa. Porque esta leyenda narra la trágica historia de una de las diosas más bellas de todo el cosmos.
Su belleza solo es comparable con sus endemoniados actos que en el presente y desde hace algunos años lleva realizando bajo el velo de creer hacer lo correcto.

Duermedela siempre ha sido la encargada de mantener a las estrellas que esta noche podemos disfrutar en lo más alto del cielo. Desde allí arriba al lado de esa estrella que sobresale de las demás, ¿puedes verla?...

-          Sí padre.

-          …mientras una noche se deleitaba realizando su trabajo como la más hábil de todas las costureras, se enamoró de un mortal, que aliviaba el calor, que la fragua le infundía, en un lago cercano a la herrería en la que trabajaba. Allí con la luna como paradigma de la noche y el lago como un espejo del joven herrero, se produjo el eterno amor de la tejedora, que no tardó en ser mutuo.

Como una estrella fugaz la diosa bajó a la Tierra y encandiló al joven herrero.
Durante varias semanas Duermedela bajaba durante el día a recrear su amor con el muchacho, dado que por las noches se dedicaba a tan laborioso oficio como es el de mantener a las estrellas en el lugar que le corresponden.

-          Padre, ¿qué tiene que ver el amor entre una diosa y un hombre, para que yo no pueda salir a jugar por la noche?

-          La paciencia no es una de tus virtudes, pequeño, pero espera hasta el final.

-          Al igual que ocurre en la vida mundana, el amor entre dos personas puede ser quebrado por un tercero en discordia.
Hipnos, el dios que siempre había estado enamorado en secreto de Duermedela, observaba furioso, cómo un simple mortal se había ganado su corazón. Su furia era tal que hacía temblar en pesadillas a la mayoría de los seres vivos de esta tierra.

A modo de venganza, Hipnos maldijo al joven herrero a sumirse en la locura.
Cuando la tejedora se dio cuenta de que su amado había cambiado, se introdujo en lo más hondo que la tristeza permite.

No era él, apenas la reconocía, balbuceaba más que hablar y sin ninguna coherencia. Pero…, siempre hay un "pero" hijo, observó que mientras su amado dormía, se levantaba sonámbulo cada noche y para el asombro de la diosa, ¡era el mismo que antes!, su amante cuerdo que la deseaba, la amaba y bebía los vientos por ella.

Duermedela, ajena al motivo de tan extraños sucesos, quiso entender que esa, precisamente esa, era la naturaleza humana, solo son ellos mismos cuando duermen, su alma solo deja aflorar su verdadera naturaleza cuando nada los confunde, mientras, solo interpretan un papel para sobrevivir en sociedad que no deja de ser una locura.

Por tanto, encontró un remedio para la enfermedad de los humanos. Durante años Duermedela baja de los cielos por las noches cuando ha terminado sus labores y todas las estrellas están donde deben, y cuando encuentra a algún mortal despierto, lo funde en un sueño eterno para que sea él mismo, o al menos eso cree la desdichada tejedora de estrellas, forjadora del cielo.

Por eso pequeño impaciente, no puedes ir a jugar al bosque de noche, si te cruzas con una bellísima joven con un manto blanco y una larga melena azabache, puedes caer en un estado de profundo sueño del que nadie te podrá levantar jamás.

-          Entiendo padre. Siento pena por la pobre Duermedela. ¿Por qué no pudo terminar su historia de otra forma?


-          Con el tiempo aprenderás que el destino teje caprichosamente nuestras vidas, como Duermedela teje el manto estrellado.

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